Partos esperpénticos sin dolor
En todas sus acciones, el individuo muestra sus condiciones y un buen escaparate es el ejercicio de su profesión.
El fútbol, por ejemplo, me parece a mí, una de las que más nos dicen sobre la personalidad de sus profesionales. Hago mención del fútbol, específicamente, porque, desde que lo vi en la tele, hace bastantes años, no se me ha olvidado. No voy a dar nombres por eso que ya han de suponer, pero los tengo muy frescos en la memoria.
Corrían, extremo y defensa, disputándose un balón que acaba saliendo por la línea de fondo. En la “pelea”, cae el extremo; el defensa, de pie sobre él, lo pisa y repisa una y otra vez, con los brazos en alto en un gesto de “yo no hago nada” mientras el caído se revuelve tratando de levantarse. De lo que sigue, la verdad que no estoy seguro, pero creo que hasta protestó la falta que él árbitro le pitó, esto no lo recuerdo, me lo imagino, no podría imaginarme otra postura del susodicho.
Yo, juez todopoderoso, habría metido preso al “futbolista” y lo habría inhabilitado para siempre.
Ayer, no estaba viendo fútbol. Hacía el crucigrama de turno cuando despertó mi oído algo que, en la radio, estaba diciendo un político.
Yo creo que a mí me ocurre lo que, según dicen, les ocurre a las madres con sus bebés. Puede que un terremoto de 8 grados en la escala de Richter no las despierte, pero un gemido de su bebé en la habitación de al lado las saca de su sueño más profundo y las hace saltar despavoridas de la cama.
No es que lo mío sea tan grave, aunque sí es verdad que percibo el sonido-ruido de la radio, sin saber de qué va la cosa, hasta que la parida de turno es para mí como el gemido del hijo para su madre. Ayer, me sacó de mi concentración crucigamera la imperturbable afirmación del político en cuestión, “si no se abstienen, estarán traicionando a sus electores, pues ellos les han votado para que gobernemos nosotros”. Y el tío siguió tan pancho con no sé qué más.
Y el que no las tenga como este de marras que no se meta en esta vaina, nunca llegará a ser un Pelé de la política.
Sobre las condiciones “anatómicas” de según qué profesiones. Sin lugar a dudas, ninguna vagina como la de la política. Por ella puede transitar cualquier cosa. La recorres con una sandía provista de espinas aceradas ¡y ni se inmuta!
El compartir planeta con estos desubicados...
Terrible.
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