Divorcio y sus consecuencias
Cuando dos personas construyen un proyecto de vida en común, deben ser conscientes de los intereses mutuos que deben asumir cuando se disuelve la sociedad: hijos, bienes, deudas, hipotecas, manutenciones... ¿Quién debe responsabilizarse de ello?
Si uno de los dos deja de sentir la necesidad de estar con el otro, será el que deba hacerse cargo del dilema planteado por romper la cofradía: hijos, casa, hipoteca, manutención... No hay otra, lo contrario sería muy injusto para la otra parte. De ahí parten conflictos difíciles de asimilar.
Es un tema que nada tiene que ver con posesión, patriarcado, celos o machismo; que también puede haber.
Nadie debe estar obligado a aguantar de por vida una situación de desamor o desencanto. Pero sí debe ser consciente (hombre o mujer) que quien decide romper no podrá usar artimañas para hurgar en la herida del apaleado/a.
Te vas, lo dejas, pero pierdes lo que desprecias. No trates de aprovecharte después de ese o esa que dejas. Los abogados tampoco arreglan nada, lo llevan cada cual a su parte intentando sacar tajada sin darse cuenta del daño inasumible que consiguen. Debemos ser todos y todas más honestos.
Claro que quien lo deja no siempre es culpable de la situación, incluso puede que ninguno de los dos. Por ello, deben tratar de no dañar al que sepan inocente de la situación. Solo ellos lo saben, pertenece a su historia personal e intimidad. Si son los dos, asumirlo ambos sin hacer caso de posibilidades judiciales; no nos hagamos trampas en el solitario, puede resultar trágico.
Los hijos pierden siempre. Todos conocemos personas que se juntaron o casaron tantas veces como se separaron. Si hacemos caso a eso, muchas veces no es la otra persona la culpable, igual somos nosotros con nuestros sueños, intransigencia, intolerancias... Terceras personas muchas veces causan destrozos familiares, es un mundo complejo cargado de tentaciones y sugerencias que si no caes en ellas pasarás a ser pasto de lenguas cargadas de rencor. Por ello, si aman a quien tienen al lado, no hagan caso a nadie; si le desean ustedes, puede que otras y otros muchos también tengan esa tentación. No sé, es un tema delicado y saben de qué hablo. Tampoco ayudan las asesoras feministas que piden no aguantar disputas y discusiones por ser preludio de maltrato y posesión; cuando la realidad es que no hay algo que ayude más a reforzar las uniones y el amor que las reconciliaciones. Ellas (las feministas modernas e imberbes) prefieren romper de raíz una y otra vez en busca de su propia indefinición.
Quedan fuera de esta reflexión los maltratos y violencias. Solo es tratar de poner ecuanimidad a la ligereza con que se tratan ahora las separaciones. No exentas de graves problemas económicos y mentales, ayudados por adicciones que siempre acompañan a los desengaños amorosos. No añadamos más leña a la situación que pueda resultar tragedia.
Es un tema que se debiera tratar con la seriedad que tiene el asumir sociedades, creo que hay personas que mejor no adquieran compromisos así, para luego tirarlo todo por la borda por tener otras perspectivas personales.
Antes la palabra era suficiente con un apretón de manos, ahora ni firmando ante Dios, el cura o alcalde; es agua de borrajas.
Suelo decir que los pobres no se pueden divorciar, será la ruina eterna para uno o para los dos. ¿No lo ven así?
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo