Palabras que destruyen y palabras que crean el mundo
Voy a intentar la reflexión al revés, empezando por la palabra que crea o Crea el mundo, es decir, la humanidad. Nuestro Dios Creador es absolutamente completo en sí mismo, no necesita nada ni a nadie, no obstante ha querido compartir su propio placer en la existencia y ha creado o producido de sí mismo criaturas espirituales primero y criaturas materiales después, a las que ha dotado de su espíritu; ¿por qué?, por amor (1 Juan 4:8). El amor sigue construyendo, pero está en minoría, enfrentándose a un sistema materialista que no responde bien a lo espiritual. Solo el amor de Dios puede reconstruir el mundo, y así está en su proyecto, una vez que el hombre haya tenido tiempo suficiente para demostrar si puede o no vivir bajo su propia norma de lo que está bien y lo que está mal (Génesis 2:17). Tras eso hay un juicio a la humanidad, excluyendo de ella lo que no es amor (Mateo 25:31-46).
En cuanto a la palabra que destruye al mundo... son tantas que es más difícil sintetizarlas, pero lo voy a intentar con una: egoísmo. J. F. Cassel, escribiendo para "Environmental Ethics", lo expresa francamente: "El problema básico de la ecología humana contemporánea es el egoísmo... y el egoísmo ha echado raíces. El sueldo del pecado es la muerte. ¡El mundo biótico está muriendo!". ¡Y qué egoísmo más falto de perspicacia es este! El científico Szent-Gyorgyi llegó a la conclusión de que la dificultad se debe a que la gente "está bajo la terrible tensión de idiotas que gobiernan al mundo y se está moviendo inexorablemente e insensatamente hacia la calamidad final." Aquel que ama construye, pero el que solo se ama a sí mismo, destruye lo que haga falta en su único beneficio.
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