Lucha electoral
Debate televisado del 10 de julio, a muerte entre dos primeras espadas electorales. Tal para cual. Ambas con escasa fe democrática y conocimiento de “Política” que entiende de generosidad, sensatez y de una ética social con fundamento en la Justicia y la buena fe, sin engaño ni alevosía.
Oportunidad única para convencer sobre la superioridad del centro político; tal era y no otro, el gato que había de llevarse al agua. Por el contrario, ambos se lanzan a espetaperros y a quemarropa, sin piedad, en situar su propia y única verdad en los extremos irreconciliables y definitivos. Esgrima del “Ud. Miente” frente al “Ud. no dice la verdad”. Ruidos de viejas verduleras (de las antiguas) que anulan la audición y el entendimiento. Ni diálogo ni negociación, ni acuerdo alguno, o sea, nada de política. Ni se conocen ni se dominan a sí mismos y, por tanto, incapacitados para gobernar un país.
Y después del 23 de julio ¿qué?, pues que una de las dos Españas te puede helar el corazón. Y a reclamar, como siempre, al maestro armero. El Soberano Pueblo desaparece secuestrado, por la prohibición del mandato imperativo, en virtud del art. 67.2(CE), quedando los representantes libres e independientes respecto de los representados, que no pueden ejercer ninguna presión o control sobre aquellos (pero obedecerán a los jefes de su partido). Así las cosas, mucho mucho mucho cuidado con las mayorías absolutas que garantizan el totalitarismo y una buena liada por el evidente peligro extremo para los ciudadanos. Veremos, dijo el ciego...
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