Esplendor en la hierba
El sugerente título de este romance cinematográfico, del repudiable -a la par que talentosísimo cineasta- Elia Kazan, ha pasado por mi cabeza a lo largo de esta tarde en Cangas del Narcea.
En primer lugar porque, para calmar los nervios previos a la Descarga, me he puesto a ver en el salón la final de Wimbledon entre Carlos Alcaraz y el serbio Novak Djokovic. Confieso que mi confianza en el joven español antes del partido era mediana, pero tirando a poca. No dudo de su talento, pero el genial Nole tiene algo con el césped del All England Club londinense.
El partido no ha sido un monólogo de Don Carlitos. El siempre correoso Djokovic ha sabido sacar sus mejores golpes en algunos momentos del partido y ha hecho todo lo posible por descentrar al murciano.
Sin embargo, Alcaraz se mantuvo casi siempre impasible ante las provocaciones socarronas, algo macarras y ya clásicas de Djokovic.
No soy yo un especialista en tenis, pero la victoria de Alcaraz hoy en Wimbledon, su segundo Grand Slam, no solo inaugura la tan esperada "nueva era" del tenis mundial, sino que da paso a un potencial cambio generacional en este deporte.
¿Qué pasará ahora con el tenis?¿Seguirán imperando los mismos códigos, ahora que parece que esto ya no es solo "cosa de tres"? Y una última, ¿podrá el nuevo campeón de Wimbledon prolongar en el tiempo sus horas de esplendor en la hierba en el All England's Club?
Lo sabremos en un año.
En los mismos 365 días, las canguesas y los cangueses tendrán tiempo para saborear la miel atronadora y dulce de su última Descarga.
La esbeltez de la nube de pólvora que se elevó el domingo, pasadas las ocho y media de la tarde, sobre el Prao del Molín en la villa canguesa me recordó a una de esas fuentes casi ficcionales que salpican a los turistas en los jardines versallescos o en La Granja.
Una feliz explosión que ha sido también una auténtica redención para los tiradores y los apurridores de Cangas, aún algo traumatizados por aquel pequeño "gatillazo" del año 2021.
Pero es que esto suele ocurrirles a algunos hombres con ganas de desparramar toda su virilidad tras varias intentonas fallidas.
Entiéndanme los cangueses, esto no es más que una broma, y el éxito de este año demuestra que los errores también sirven para hacer crecer la hierba. En este caso la del Prao del Molín.
Yo creo que merece la pena hacer otra consideración similar a la que ya hice hace algunos años, cuando escribía peor y me creía más listo: los minutos de voladores lanzados al cielo por cientos de hombres cangueses son "puro deleite".
Una experiencia como comer chocolate, ver amanecer en el Taj Mahal, leer un buen libro nuevo, ir al cine a ver lo último de "Misión Imposible" o comerse un buen pote de berzas de Cangas.
Para que crezcan las perlas esponjosas de los voladores y los sibilantes gemidos que estos despiden, antes de explotar, anticipen el estruendo, solo falta una cosa que hacer.
Está claro que la Descarga influye a la mayor parte de las personas de Cangas. A todas nos divierten y nos emocionan las fiestas del Carmen y la Magdalena. A muchos nos sirven como lugar para celebrar el reencuentro, y a otros les brindan paz en momentos de ruido, de dolor o de desesperación.
La Descarga es terapéutica y es hermosa, y es además un acto compartido.
Propongo, como cangués migrante, que las Descargas que vengan sigan siendo iguales -incluso con gatillazos-, pero totalmente inclusivas.
La Descarga será compartida o no será. Y sí, esto es una reivindicación política, pero también un clamor que debe ser dicho.
¿Qué pasará ahora con la Descarga? ¿Seguirán imperando los mismos códigos, ahora que sabemos que esto es "cosa de los hombres y de las mujeres de Cangas"? ¿Podría una Descarga mixta prolongar los días de esplendor en la hierba (del Prao del Molín)?
Me mojo: una Descarga con todos y con todas hará felices a todos y a todas, e inaugurará una "nueva era" en estas casi sublimes fiestas que son un ejemplo para Asturias, para España, para la Unión Europea y para el mundo.
Juan Verano
Ferney-Voltaire
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