En el amor está el camino a la vida
¡Hasta luego, cariño!, me dice mi amada. En la papelería, Belén, o su teniente Mari Carmen, me entregan el periódico con un ¡hola, José Luis!. Sí, me hacen sentir como de la familia. Ya en la consulta de la Dra. Camino, como otras veces, me anticipo y le pregunto: “¿Qué tal está?”. Con un “bien” trata de hacer su trabajo soportando las historias de este señor mayor historiado. Entiendo que eso es lo que tratamos de hacer todos: ganar tiempo; sin embargo, leo amor y dedicación en sus ojos.
Creo que vivimos una época sin tiempo propicio al amor. El amor se relaciona hoy excesivamente con el sexo, y todos sabemos que el amor está muy por encima de cualquier placer interesado, de otro modo sería más de lo mismo: yo más yo. Todos los días recojo algo de lo que me dice el Ser que más me quiere, y hoy me dice esto: “Sea vuestro amor sin hipocresía. Aborreced el mal, adhiriéndoos al bien. Con amor fraternal, mostraros tierno cariño. Tomar la iniciativa de honraros unos a otros” (Romanos 12:9,10). ¿Nos imaginamos ese ambiente en el mundo de hoy?, ¿cómo sería la vida protegida y estimulada por el amor? Seguramente nos resulta tan imposible que renunciamos a imaginarlo, y hasta me parece que este tema puede resultar pueril en los medios de comunicación.
No obstante, ese es el único camino de rescate para la humanidad. Si nos ha hecho la casualidad, casualmente vamos a sucumbir con el planeta, pero si nos ha hecho un Creador que ha dado leyes perfectas a un universo maravilloso, no va a fracasar por culpa del desamor humano; más bien se propone rescatar a quienes se avengan a vivir y convivir en paz, justicia, y amor. El gobierno de Dios –“hágase tu voluntad en la Tierra”- dará por terminado el fracaso de independencia humana del Creador (Salmos 37:10,11) y traerá la vida y la felicidad a quienes se han mantenido en el camino del amor. “Los hijos de Dios y los hijos del Diablo se hacen evidentes por este hecho: Todo el que no se ocupa en la justicia no se origina de Dios, tampoco el que no ama a su hermano” (1Juan 3:10).
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