La Nueva España » Cartas de los lectores » Pienso para la mula y el buey

Pienso para la mula y el buey

11 de Diciembre del 2010 - ramón alonso nieda (Arriondas)

Con los aeropuertos en Estado de alarma y los españoles tiritando y más que alarmados, LA NUEVA ESPAÑA tuvo el detalle de avisarnos (04.12.10) de que el aparato del PSOE, sector municipal docente, se está movilizando con urgencia para prohibir desde estas Navidades la instalación de belenes en los centros públicos de Oviedo. Ya me parecía que estaban tardando.

En los centros públicos y en los privados se imparte Cultura Clásica, una asignatura optativa pero de oferta obligada. El temario incluye un epígrafe para el nacimiento de Venus, que suele venir ilustrado en los libros de texto con el cuadro homónimo de Botticelli. Impartí durante años esa asignatura y nunca me pasó por la cabeza que, al informar de los dioses y misterios de la religión greco-romana, pudiera estar interfiriendo en las creencias de los alumnos y poniendo en peligro su libertad de conciencia. Daba por supuesto que la diferencia entre enseñanza e información y proselitismo o adoctrinamiento estaba bien establecida. Craso error, al parecer.

¿Nacimiento de Venus sí, belenes no? ¿Será que el nacimiento de Venus es más determinante para nuestra cultura que el nacimiento de Cristo? ¿O será que nuestros comisarios tienen demasiado miedo a ser o parecer cristianos? Por ahí creo que va la cosa; los padres concienciados y los mandarines del cotarro progre (¿no serán los mismos?) consideran que todas las religiones son buenas o por lo menos respetables, menos la cristiana. Vaya mala pata, que habiendo tanto que en que escoger en materia de religión, hayamos ido a dar aquí con la peor. Aquí y en medio mundo, precisamente en ése en el que hay un poco de democracia (A ver si va a ser eso lo que les molesta).

Cuando pasen por Florencia en viaje de estudios, ante el cuadro de Botticelli dirá algún alumno de entre los espabilados que este ya lu vimos en el libru. En la sala contigua no les dejarán entrar, pues se expone allí el tríptico de Portinari con la célebre Adoración de los pastores, de van der Goes, y hay que ser escrupulosamente respetuosos con la libertad de conciencia. Si se acercaran a San Marcos, la Anunciación de Fra Angelico no sabrían de qué va; pero no los llevarán a San Marcos porque todo es allí cristiano y sería tanto delito como meter a menores en un burdel. Si se asomaran por error a la capilla en el palacio de los Médici, el guía podría explicarles que Gozzoli se inspiró para los frescos en la comitiva del Emperador de Constantinopla, el Peleólogo, que dejó a los florentinos boquiabiertos con tanto lujo y refinamiento cuando vino con patrircas, humanistas y teólogos para el concilio de 1439. Pero el tutor le cortaría amablemente: -No te molestes, colega, somos de la pública, pasamos de religión.

Pasarán también de largo ante La Puerta del Paraíso y sin entrar en la catedral, camino de Ponte Vecchio. ¿Se puede saber entonces a qué vinieron a Florencia? Pues a comerse unas pizzas con más orégano que las de Oviedo, en el barrio del Oltrarno (la dieta mediterránea es perfectamente compatible con el régimen laicista). Pero a contemplar los frescos de Masaccio, en la capilla Brancacci, sólo se acercará un empollón que tiene autorización firmada por los padres.

Ni siquiera estamos aquí ante la ignorancia agresiva que imputa Bernard-Henri Lévy a los periodistas que se meten a troche y moche con el Papa. Estamos simplemente ante la mentecatez sin complejos (y por lo visto, sin remedio). Inútil sugerirles, como fórmula de transacción, que podrían montar belenes vivientes simplemente folclóricos, despojados de connotaciones religiosas (algo así como el entierro de la sardina); los militantes del laicismo podrían incluso asumir en ellos los papeles ideológicamente menos comprometidos (como por ejemplo, los de la mula y el buey). Pero tienen tanta tela que cortar que no quieren perder más tiempo. Pues que se animen los de Oviedo y despachen una comisión de mentecatos al Museo del Prado para ir descolgando cuadros y bajando al sótano al Cristo de Velásquez, al Noli me tangere del Correggio, a la Inmaculada de Murillo, a la Resurrección del Greco, al Cristo sostenido por un ángel de Antonello de Messina, a la Dormición de Mantenga, al Descendimiento de van der Weyde o, para comenzar por el principio, al Adán y Eva de Durero. Con los de Gijón que no cuenten; están ya demasiado ocupados en agasajar a Carrillo, que se hace querer allí mucho más que Jesucristo. Los progres, en el fondo, son unos sentimentales.

Cartas

Número de cartas: 45904

Número de cartas en Septiembre: 8

Tribunas

Número de tribunas: 2079

Número de tribunas en Septiembre: 1

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador