Valdediós, un contrapunto
A estas alturas de la película terminaremos no sabiendo a quién o a quiénes
se debe agradecer los trabajos y los méritos de reconstruir o renovar
el cenobio de Valdediós, puesto que se viene escribiendo acerca de la gran
labor de recuperación del monasterio de Valdediós por parte de la pequeña
comunidad cisterciense que se instaló en el antiguo monacato villaviciosino.
Y eso hay que decirlo, alto y claro, la recuperación del monasterio de
Valdediós vino de la mano de uno de los mejores proyectos que hubo en ese
momento, "las escuelas taller", en las cuales, en el caso de Asturias, el
Gobierno regional invirtió muchos esfuerzos y economías, y formó con ellas
a muchos jóvenes en las especialidades más diversas.
Por tanto, al César lo que es del César, la gran obra de la restauración se
debe al esfuerzo, por un lado, del Gobierno del Principado de Asturias y, por
otro, a la labor callada y eficaz del conglomerado de gentes y técnicos que
estuvieron en el proyecto de reconstrucción del monasterio de Valdediós.
A resultas de lo cual se editó una interesante memoria, muy interesante y
eficaz para desmemoriados y para los que intentan reescribir la historia,
ya que en dicha memoria se narran de forma pormenorizada todo el desarrollo
del proyecto, los encuentros y desencuentros que mediaron, o algunos de
ellos; otros quedarán en las intrahistorias del proyecto, que desveló a
muchos y sacó canas a otros cuantos, dadas ciertas exigencias yo creo que
poco evangélicas que mediaban en el asunto.
Por tanto, la comunidad del Císter instalada en Valdediós tiene el mérito de
traer de nuevo a la región el espíritu cisterciense, que para los que
gusten de esas cosas, pues bien, pero de ahí a magnificarles como la gran
aportación cultural a Asturias o hacerles aparecer como los grandes
artífices de la restauración del monacato, o de la formación de los jóvenes
que participaron en el proyecto de restauración, media un buen trecho, que
además no obedece a la verdad.
No voy a juzgar la actuación de una comunidad religiosa que se rige por
otros cánones diferentes a los del resto de los mortales, ni a sus
logros o fracasos como comunidad, ellos sabrán qué han hecho, como les
ha ido su proyecto y por qué se toman estas decisiones, o por qué se dejan
de tomar; cada cual que haga su particular juicio.
Pero sí creo que los entes culturales y algunas personalidades que clamaban
por un apoyo sin ruptura a la comunidad o hacia un intenso llamado para
hacer patente la disconformidad con las decisiones que se han tomado en las
instancias religiosas debieran hacer un juicio crítico sobre las
aportaciones reales y patentes de tal presencia en el seno de la sociedad
asturiana, amén de que nos cuesta unos buenos duros su presencia; acerca de
las aportaciones espirituales y religiosas, nada diré, pues hay quien las
juzga, creo que aquí y en el otro mundo, y no me conciernen. Allá la
Iglesia y los creyentes.
Pero no se puede hacer de agorero en tanto que hay quien afirma que sin la
comunidad del Císter Valdediós se hunde. Ante ello creo que se debiera
reivindicar no la presencia de unos o parapetarse contra otros, sino en
reflexionar en que se puede hacer con un equipamiento como Valdediós, tal
vez pudiera ser la sede de un alto instituto de estudios rurales, ahora que
tanto hablamos de las Asturias agropolitana, o albergar otro organismo que
fuera un centro de conocimiento y estudio dedicado al románico astur.
Son posibilidades tan dignas como la propia presencia del monacato, y no
creo que por esa marcha se pierda todo, como algunos ya prevéen; habrá que
ver de quién son algunas cuestiones como la biblioteca, u
otras pertenencias y dependencias, pero debe quedar claro que
Valdediós no es un bien eclesial al uso, y si lo fuera será competencia
entonces de los estamentos religiosos, pero entonces habrá que preguntarse
sobre las inversiones seculares, sus repercusiones y sus consecuencias en el
bien de la sociedad en general.
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