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La hermana Trini y las vocaciones

9 de Diciembre del 2010 - Domingo Nevot Romera (Gijón)

El pasado martes día 7 de diciembre asistí a la misa funeral celebrada con motivo del fallecimiento de sor Trini, hermana de la Caridad de San Vicente Paúl.

No voy a hacer un panegírico de la labor de sor Trini, otras personas habrá que hayan conocido mejor su obra y su trabajo y sepan plasmarlo en unas línes con más acierto que yo.

Durante la misa, y después de terminada, me ha estado rondando una idea muy perturbadora que es lo que quiero expresar en este escrito.

A lo largo de estas últimas decádas estamos comprobando cómo disminuyen las vocaciones religiosas y no logro entender la causa. Es posible que la jerarquía eclesiástica esté muy alejada del pueblo, que el Papa, la Curia Romana, los obispos, no vivan de cerca las necesidades de los millones de personas que tienen hambre, sed, frío, enfermedades o que sufren los gobiernos de gobernantes injustos. Todo ello es muy posible, pero ¿cómo no tiene eco en la sociedad la labor de los miles de personas que entregan su vida al servicio de los más desfavorecidos en nombre de Jesucristo, sin más ayuda que la fe, la esperanza y la caridad?

Nadie puede dudar de la inmensa labor que las Hermanas de la Caridad, y otras congregaciones religiosas, desarrollan en Gijón a favor de los desprotegidos y de los débiles, pero sin embargo esa labor no consigue atraer a jóvenes dispuestos a imitar y seguir los pasos de esas personas. Los jóvenes no sienten la llamada de Dios para entregarse a los demás. Los ruidos del mundo actual les impiden oír la voz interior que les conduzca a intervenir en ese mundo de carencias y de penalidades en el que están sumidos millones de seres humanos.

Es preocupante el acoso de los gobernantes, de los pensadores, de los educadores, a cualquier idea de una entrega libre y desinteresada al servicio de los demás, si ésta es en nombre de Cristo. Se prohíben los crucifijos, los belenes, se aprueban leyes inmorales, se fomenta el hedonismo y el egoísmo, pero se ataca sin piedad y sin tregua cualquier iniciativa de ayuda a los demás si ésta es de origen cristiano.

El resultado está ahí. No hay relevo para las Hermanas de la Caridad, para los religiosos que mueren en los confines del mundo por luchar contra la opresión y la injusticia, para los que lo dejan todo y se desplazan a las regiones más pobres de la Tierra, para crear hospitales, escuelas y clamar contra gobernantes injustos.

¿Sabemos lo que estamos haciendo? ¿Somos cómplices por acción u omisión de esta situación?

Descanse en paz sor Trini. Llegará un momento en que la sociedad echará de menos su presencia. ¿Será tarde?

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