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En honor a los ángeles

14 de Agosto del 2023 - Josefa Suárez Rey (Navia)

Buenos días, me dirijo a todos vosotros como madre de un niño con parálisis cerebral, un ángel, que he tenido la suerte de tener durante 17 años. Un niño que con solo 6 meses de vida nos dijeron que no había nada que hacer, que su enfermedad era incompatible con la vida, que nos lo mandaron a casa, como nos dijo uno de los pediatras, con una pistola en la cabeza. Un niño que nos dio grandes lecciones de vida. Como su abuela dijo en una ocasión: “Juanma saca lo mejor de cada uno”.

Soy maestra y en una ocasión un alumno de Primaria me dijo que la vida era una mierda... Hablé con él, intenté explicarle, los compañeros trataron de convencerlo de que no era así, pero no conseguimos nada. Varios meses después les llevé un vídeo de tres minutos con mi hijo en la piscina, estaba moviéndose en el agua con su flotador de cuello; mi alumno me preguntó: ¿No puede caminar? ¿Ni tampoco puede hablar? Yo le dije que no, él me miró profundamente y me dijo: “Y se está riendo”... se quedó pensando y me miró diciéndome: “Nunca más voy a decir que mi vida es una mierda”. Tres minutos con Juanma habían logrado más que todas nuestras charlas.

¿Os preguntaréis por qué os cuento todo esto? Pues bien, os lo digo porque a lo largo de su vida han pasado algunas cosas que necesito hacer públicas, a ver si así puedo hacer reflexionar sobre situaciones que pasan en nuestra sociedad. A mi hijo se le negó la utilización de la piscina del Hospital de Jarrio en su último año de vida por ser un enfermo crónico, esa fue la disculpa, él no podía ir a una piscina municipal, pues regulaba mal la temperatura corporal y le producía hipertonía el agua que estuviera a menos de 35 grados. Esto me dolió muchísimo y por más que luché no fui capaz de conseguirlo, se le negó un derecho... por capricho de unos pocos...

Cada vez que íbamos a revisión a los médicos que lo habían conocido a lo largo de su vida, neuropediatra, médicos de la UCI… nos decían “es un milagro andante, inexplicable médicamente”. Como milagro, siempre tuve mucha fe, sobre todo en mi Virgencita de Fátima, pues le pedía fuerzas como madre para ayudar a mi hijo a llevar su cruz, fuerzas como ella había tenido para acompañar a Jesús en los momentos peores de su vida. Puedo deciros que ella me las dio pues hubo momentos en los que me sentía abatida, pero pidiéndole ayuda sentía paz y consuelo. Pasaron los años y el día 15 de abril de 2022, día de Viernes Santo, mi niño subía a los cielos, ¡qué duro dejarle marchar!, solo me consolaba el pensar que ya no sufriría más.

He sido secretaría del arciprestazgo de Villaoril durante cinco años, en una ocasión surgió el debate de enterrar o no los domingos, había sacerdotes que me decían que el Derecho Canónico no lo permitía. En esa ocasión yo les dije: “Podemos elegir la fecha del bautizo, de la boda..., pero no la de la muerte. A mí me muere una persona querida y no me hacéis el funeral y no me volvéis a ver por la iglesia”. Quién me iba a decir a mí que me iba a pasar eso. A mi hijo no se le hizo funeral porque era Domingo de Pascua. Yo creo que la Iglesia perdió una oportunidad de transmitir la resurrección celebrando un funeral de un ángel. Un sacerdote vino al cementerio a decir unas palabras, por lo cual le estoy agradecida, como José de Arimatea bajó el cuerpo de Jesús de la cruz para enterrarlo; pero mi hijo no tuvo derecho a más, teníamos que esperar al lunes para hacerle un funeral, qué duro después de todo lo pasado y de dos días en el tanatorio, no podíamos más y decidimos celebrarle una misa normal y corriente domingos después; pero, bueno, no termina aquí la historia; cuando fuimos a celebrar su aniversario, no lo pudimos hacer de sábado que casualmente el 15 de abril era sábado, porque en esa iglesia no se hacían los funerales de sábado, era la iglesia en la que asistíamos a misa con él cuando se sentía bien, nos decían que lo podíamos celebrar en otra iglesia a la que nunca él había asistido; seguimos con normas, normas impuestas.

Hoy su cuidadora da una misa por él, por la que le cobran 10 euros, acudimos a ella sus familiares y cuando piden por los difuntos mi hijo no es nombrado, voy hablar con ellos y me dice que, claro, la misa a veces es por 16 personas y no las van a nombrar a todas... que si quiero que lo nombren que tengo que ir antes de misa para decirlo (no entiendo nada, si pides la misa por un difunto y la pagas doy por hecho que se va a nombrar y pedir por él). Cuando estudie teología me dijeron que la misa y en la comunión estamos la Iglesia peregrina y la escatológica, que cuando se recuerda a las personas fallecidas, todos los que estamos allí como comunidad pedimos por ellas, si no se recuerdan solo pedimos sus familiares. La verdad, quizá, fue ese detalle lo que llenó mi vaso y me hizo escribir todo esto.

A lo largo del Evangelio podemos ver montones de curaciones que Jesús realizó en sábado: cuando Jesús devuelve la vista al ciego, cuando cura al paralítico... en todos ellos los fariseos investigan el caso por haber realizado milagros en sábado, “Jesús hacía obras los sábados”, día sagrado y era una de las causas por las que era perseguido por los judíos, fariseos y saduceos. En una ocasión él contestó: “Mi Padre no deja nunca de trabajar, por eso yo trabajo también en todo tiempo”. Si nos fijamos a lo largo del Evangelio se nombra mucho día sagrado, llega a decir que “el sábado está hecho para el hombre, no el hombre para el sábado”.

Jerarquía de la Iglesia, sois los representantes de Jesús en la tierra, eso me explicaron cuando hice la formación, los laicos somos discípulos de Jesús, los sacerdotes sois los apóstoles porque sois los encargados de guiarnos y traernos el mensaje, vuestra misión según me enseñasteis es actualizar el mensaje que él nos dio, Dios es un padre que nos quiere, que nos ayuda en los momentos difíciles, que no nos abandona jamás, María es nuestra madre y vuestra madre: “Madre, ahí tienes a tu hijo; Hijo, ahí tienes a tu madre”, eso me quedó muy claro en mis aprendizajes teológicos. Cuando una persona querida abandona la vida terrenal, es cuando más necesitamos vuestro apoyo, no en la celebración de fiestas sino en los momentos de dolor.

Con esta carta quiero agradecer a todos los sacerdotes y seglares que me apoyaron y tuvieron una palabra de aliento, aquellos que le dieron la comunión a mi hijo, la unción de enfermos... solo con esta carta, por favor, quiero hacer una reflexión de nuestra Iglesia actual, no soy nadie para juzgar, para nada soy una cristiana ejemplar ni muchísimo menos, solo soy la madre de una persona muy muy especial que desde que nació ha sido un ángel, para decir esto me baso en las palabras de Jesús, pues él dijo: “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos, Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”.

Por favor, que nuestra Iglesia no se rija por normas, sino como Jesús nos enseñó por amor, humanidad y humildad.

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