Maldito cruce
Por si alguien tuviera alguna duda acerca de la densidad del servicio de transporte público de Oviedo, le recomiendo que se sitúe en el cruce entre la Avda. del Dr. Julián Clavería y la calle de Fuertes Acevedo: salvo que sea el autobús que usted precisaría en ese preciso momento –ley de Murphy–, siempre verá uno doblando la calle en una u otra dirección. ¡Por allí parecen pasar todos los autobuses del planeta!
Pero por si alguien tuviera dudas acerca de la racionalidad de la planificación del tráfico urbano en Oviedo, le recomiendo también que trate de circular en su coche entre la Avda. de Julián Clavería y la calle de Fuertes Acevedo. A cualquier hora del día, en cualquier momento de cada hora, siempre encontrará uno o varios autobuses, la mayor parte de ellos de dos cuerpos, bloqueando el paso del semáforo en su infructuoso intento de hacerse un hueco en el tráfico ascendente para poder doblar hacia el centro de la ciudad con el radio de giro que exige su tamaño. Lo que, de paso y de no paso, fuerza a los demás vehículos, en su hartazgo y frustración por las largas retenciones, a involucrarse en maniobras no del todo ortodoxas.
Si lo primero es muestra elocuente de un buen servicio, lo segundo es prueba palpable de una mala planificación vial.
Y puesto que en su momento no se urbanizó la zona como debiera, optándose por edificar prácticamente hasta la misma calzada en una de las esquinas más injustificadamente abruptas de la ciudad, ahora la solución debería ir no sólo en modificar la posición de los semáforos, que algo se esbozó hace años, sino en adecuar su ciclo de forma que el giro hacia el centro de la ciudad no coincidiese, como ahora, con la fase abierta al tráfico ascendente hacia la plaza de Occidente. Sería la única forma posible de que los autobuses no se convirtieran en un tapón constante para el tráfico fluido.
No es la primera vez que me dirijo en estos años al Ayuntamiento denunciando este pequeño caos y recibiendo el mutismo administrativo como gratificante respuesta. Así que hay que recurrir a los papeles, única mosca cojonera que se percibe a través de las callosas pieles de quienes ostentan mando en plaza y siempre tienen otros negocios más importantes que atender. Si esta vez cuela por fin, peatones, vehículos privados y conductores y usuarios de los autobuses lo agradeceríamos. Y nuestras autoridades podrán exhibir algún logro de bajo coste cara a las próximas elecciones municipales.
O sea, todos contentos y un montón de horas al día ahorradas, con la posibilidad de incrementar la productividad de un país al falta le hace.
Julio L. Bueno, Oviedo
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