La parada de los monstruos (parte I)
Este acontecimiento futbolístico de hace unos pocos días ha terminado como el de “La parada de los monstruos” (“Freaks”, película de 1932), en una discusión y asesinato mediático para algunos de sus integrantes. ¿Quién entiende realmente qué desencadenó todo este circo mediático en el que la cobardía siempre está presente?
¿Quién saca partido de todo este espectáculo que hemos dado al mundo sin pretenderlo? Imagino que los que ostentan, desde no hace mucho, este poder de la “res publica”, a la que lo único que le interesa es aprovecharse de todo y obtener un rédito político que dé sentido al “Ministerio de la Verdad”, la única palabra verdadera siempre será la que este “Ministerio de la Verdad” le ponga el sello de Verdad Absoluta, con el único objetivo de “proteger” a la mujer, ¡porque nosotros no podemos hacerlo solas!
En todos los años que he bregado en mi vida personal, social y laboral, me las he apañado para ser yo misma quien ha puesto todo para que ninguna facción política tocara nada a mi alrededor, básicamente porque no soy el juguete de nadie ni de nada. Me extraña muchísimo que tanta gente le haya dado la espalda a este señor, que quizás no encaje bien en lo mediático, pero decir que fue una agresión “cuasi-sexual” me produce risa. Y me extraña aún mucho más que esta chica no haya abierto la boca en ningún momento.
Leña a los medios en España, que nunca, salvo en contadas excepciones, hablan de lo que realmente importa a los ciudadanos, trabajo, seguridad en las calles, dejar de sexualizar a los más jóvenes, que para eso están sus padres, para hablar con ellos de estos temas. Estas facciones de mujeres hablan de esto como una agresión cuasi-sexual, pero se olvidan de las niñas agredidas sexualmente en centros donde se suponía que cuidaban de ellas, mientras eran vejadas y agredidas. ¿Qué pasa con esas agresiones en manada de mujeres jóvenes, casi niñas? Nada se dice para preservar su identidad, dicen ellos. Dan ustedes, políticos, zurdos, diestros, moderados y modernos de salón, mucha pena y la sociedad debería preguntarse qué hemos de acometer para que esto mejore y tomemos las riendas de nuestras vidas de una vez por todas.
Dejen de ver la tele, en la que nunca hablan de lo “mollar”, solo de tonterías variadas que a nadie le mejora la existencia. Imagino que esta carta nunca será publicada, al menos yo quedo bien conmigo misma y sabré si la censura existe o no. ¿En qué se ha convertido España y Asturias en cinco años? Les dejo la pregunta a ustedes, para que la respondan pensando con la mente y con el corazón en la mano. No se dejen manipular por un “buenismo” mal entendido. Ese “buenismo” se tornará indiferencia cuando se necesite algo necesario, que jamás les ofrecerán ni les proveerán.
Como siempre nos decía mi abuela, siempre que algo sea ilegal, enfermizo, raro, injusto o que no está bien claro no lo aceptes nunca. Te pedirán a cambio que les des tu vida y tu independencia a cambio de control y sumisión. Les dejo con un poema que les hará pensar en la libertad, nuestro mejor tesoro, que hemos de interiorizar en nuestro corazón. Escrito por Espronceda, lo recuerdo del instituto y me ayuda mucho a tomar decisiones basadas en el valor y el conocimiento.
“Que es mi barco mi tesoro, / que es mi dios la libertad, / mi ley, la fuerza y el viento, / mi única patria la mar. // Allá muevan feroz guerra / ciegos reyes / por un palmo más de tierra, / que yo tengo aquí por mío / cuanto abarca el mar bravío, / a quien nadie impuso leyes. // ¡Sentenciado estoy a muerte!; / yo me río; / no me abandone la suerte, / y al mismo que me condena, / colgaré de alguna antena / quizá en su propio navío. // Y si caigo / ¿qué es la vida? / Por perdida / ya la di, // cuando el yugo / de un esclavo / como un bravo / sacudí”.
Paz y bien, pásenlo bien y pórtense bien, el “Ministerio de la Verdad” ha abierto sus puertas, de nosotros depende cerrarlas para siempre y volver al pensamiento personal y sin barreras, que sale del conocimiento, sin ministerio alguno, nada te dan gratis, recuerden. ¡Hala, con Dios otra vez!
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