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La ópera de/en Oviedo

15 de Febrero del 2009 - Julio Caso de los Cobos y Galán (Oviedo)

Ha terminado con más pena que gloria la LXI Temporada de Ópera de Oviedo; temporada que allá por los años cincuenta se llamaba "de ópera italiana". Con el transcurso del tiempo ya comprobamos en qué se está convirtiendo; podemos dividirla en dos espacios: el que abarca más o menos el repertorio tradicional y el que introduce títulos de avanzado siglo XX que en nada tienen que ver con la afición tradicional que ha traído la ópera hasta hoy. Diciéndolo de otro modo, se dividen los títulos en progretas y en casposos. Los primeros son aquellos "parvenues" que haciendo gala de un supuesto conocimiento musical quieren imponer a los segundos obras que pasan de principio a fin sin que les diga nada ni a unos ni a otros; eso sí, si se les pregunta, pocos tendrán el valor de decir que estas temporadas están decayendo y que vendrán muy bien para ciertos directores de orquesta, escena y cantantes que no van a llegar más allá, porque el que llega arriba hace otros repertorios.

Que si aquello de los "teléfonos", "Jenufa", "Vuelta de tuerca", "The Rake's" y otros plúmbeos espectáculos, unido a las transgresoras representaciones que últimamente programan, está llevando a gran parte de los asistentes al desánimo, teniendo en cuenta que es un espectáculo no precisamente barato y, en principio, si se paga es porque gusta, aunque haya excepciones y motivaciones distintas.

Después de muchos años de abono, casi cuarenta, de otros períodos de asistencia alternos, de otros años de comparsa, "maldito" que se llamaba entonces, voy a tener que cambiar de aficiones, no porque me llamen casposo, sino porque estoy hasta la coronilla de estas programaciones, de una señora que come y chupa caramelos de celofán, que además tiene el brazo flojo, entiéndaseme, por favor, que dice bravo sin ton ni son.

Combatir esta postura mía calificándola de casposa es desconocer los repertorios italianistas que se están representando a pesar de los profetas en todos los teatros, que no todo es poner "La Bohème", que hay muchas obras de Bellini, de Verdi, de Puccini, de Donizzetti y otros que o no se representaron en Oviedo o lo hicieron muy pocas veces. Pero que encima se coja una ópera de Verdi y se destroce escénicamente con unos cambios de vestuario, época, parto/aborto (no me quedó claro), un baile de disfraces, que no de máscaras, absurdo, yo creo que tiene delito.

Hay personas que han expresado su opinión a este respecto y otros llegando a decir, refiriéndose al "Barbero", que no se entiende que "los gags de las meadas y la depilación pudieran afectar tanto a determinadas personas, porque los condes también mean" y otras lindezas, olvidándose de la canción de los "Bee Gees" que inicia el protagonista y otros vocablos en inglés. Y todo eso le parece a una persona naïf y divertido. Debo suponer que a esas personas también le gustó lo del Boeing del "Viaje a Reims". No cabe duda de que a la directora Clement le gustan mucho el retrete, las meadas y otras cosas, ya que como las hace todo el mundo en su vida real hay quien opina que hay que llevarlo a la época de los faraones de "Aida".

Al director musical Álvaro Albiach le parece que las reacciones exaltadas del público hacen que venir a Oviedo parezca ir a una zona apartada del mundo, pues bien, no venga usted más por aquí y todos contentos.

El crítico de LA NUEVA ESPAÑA señor Cosme Marina dice que ya es una tradición el desmelene del respetable en cuanto asoma la nariz a escena el responsable escénico y que la Asociación debería atreverse con algún montaje de Calixto Bieito. Pues al señor Bieito ya lo conocemos aquí desde su intervención en el "Barberillo de Lavapiés" en el año 2005 en la temporada de zarzuela y esperemos que no vuelva. Ya la había armado anteriormente en el Liceo precisamente con un "Ballo in maschera", con urinarios y todo; ya la armó en Mérida con "Los Persas", "Réquiem por un soldado", "Wozzeck", en el Liceo y en el Real. Es que hay mucho casposo, no solamente en Oviedo.

Ya que se alude a la Asociación, yo no estoy cuestionando que hayan ganado las elecciones, pero pienso que deberían tener en cuenta el margen con que lo han hecho, que incluso se ha llegado a formar una asociación llamada 1.011, que es el número de socios que votaron a otra candidatura, y que esos movimientos asociativos no deben producir el rebote que hace poco trascendió a la prensa.

El calendario filtrado para el año que viene no presagia nada bueno, y menos con la que se puede armar entre republicanos y falangistas en "Ainadamar". De propina para los casposos "Tosca", "Simón Boccanegra" y "Don Giovanni". No sé si muchos habrán escuchado "Ariadna en Naxos" o "Ariodante", pero son dos pestiños de mucho cuidado; tampoco sé si los que queramos vender abonos tendremos la suerte que se corre cuando se programan esos títulos tan innovadores y que no hay quien coloque, eso lo saben de sobra en la Asociación.

Este escrito tenía que haberse terminado ya por mi parte, pero siguen saliendo cosas que es preciso matizar.

Así, un señor que firma como patrono de la Fundación Ópera de Oviedo dice que si añoramos a Diego Monjo y al telonín de árboles que salía en cuatro óperas distintas: pues mire usted, eso no es cierto, lo que sí lo es es que el Ayuntamiento pagaba casi todo y las cosas se hacían como se podía, ni aviones, ni aves, ni gaitas, el deportivo rojo de Argall aparcado en la trasera del teatro una semana, unos coros del Liceo que válgame Dios qué malos eran, y aun así el público sabía moderar sus críticas e incluso pateos, pero por aquí pasaron los mejores cantantes de cada momento. Yo no sé cuentas veces ha ido don Ignacio Martínez a la ópera de Oviedo y, sobre todo, pagando, pero las afirmaciones de su escrito, amén de su alusión a una persona por su cargo, es cuando menos una grosería. Claro que lo de patrono de la Fundación Ópera de Oviedo ya sabemos por dónde le viene, no precisamente porque ejerza un mecenazgo directo sobre la misma.

Y ahora encima el lunes nos cae la bronca del director artístico de la ópera de Oviedo. Pues muy bien, no cabe duda de que hay que adaptarse a los tiempos y democráticamente tendré que escoger lo que me gusta. Hoy día hay muchas tecnologías para ver y escuchar ópera, el tiempo dirá si la ópera en Oviedo se puede sostener con progretas o con casposos. Que tome nota la directiva.

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