Lo limpio y decente en política
Al articulista de alto y cotidiano púlpito le preocupa que la indecencia política del “tamayazo” de Madrid se repita ahora y pide limpieza, en un mercado en el que todo se compra y se vende sin tener en cuenta el bien común sin otros intereses que incluso ponen en jaque ese bien común en aras de objetivos de dudosa honestidad, y ese mercadeo ya dura décadas, pero parece que solo ha existido el “tamayazo”. ¿No ha habido más? Nuestro pastor no los conoce o no los recuerda. Y ese olvido hace que el significado de indecencia sea muy subjetivo, aunque catequizar diariamente enfatizando con pulcritud lo positivo de los míos y lo negativo del otro podría serlo en sí mismo.
El intercambiar diputados entre diferentes formaciones políticas no parece indecencia porque se considerará que no existe pago inmediato y en efectivo, y por lo tanto no hay comercio (aun siendo el coste final más elevado), y porque las actuaciones en grupo exoneran individualmente a sus integrantes (la decencia del grupo, si es afín, no se cuestiona). Y mercadear sin importar el precio que todos hemos de pagar tampoco se considera indecencia, ni entregar el arma a quien la exige para cometer un delito (y a la vez legislar al dictado del delincuente para facilitarle la huida ), y todo eso a cambio inactivarlo durante dos legislatura (esa tregua es lo que más valora nuestro prócer, aun siendo efímera y sirva para planificar el delito a cometer una vez conseguido el rearme material y legislativo que le ponga en disposición de atizarnos a gusto). Pero lo que ahora preocupa al pater es un hipotético “tamayazo” y más que nada porque pueda ser ejecutado por quienes profesan una creencia que no es la suya. En ese detalle podría residir la indecencia.
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