Justicia divina y el beso de Judas
La justicia divina y el karma están muy bien, pero yo prefiero la justicia terrenal. Que sean los hombres quienes, con la ley en la mano, castiguen los actos delictivos.
Con Luis Rubiales se está cumpliendo lo de la justicia divina. Se merece todo lo que le está pasando. Pero al final ha caído por un pico. No el pico de los "novecientos y pico mil" euros que ganaba al año como presidente de la RFEF, sino por un pico alegre y eufórico para celebrar un triunfo histórico de la selección femenina de fútbol de España.
Jenni Hermoso ha sido para Rubiales el contable de Al Capone.
A pesar de eso, Jenni Hermoso me ha defraudado. A mí me da un beso mi jefe para celebrar un éxito que yo haya conseguido en el trabajo y desde luego mi reacción no es la de Jenni y tampoco espero tres días para ofenderme. De mano, como mínimo, recibe de mí un empujón y un ¿qué coño haces? Otra cosa es que mi jefe sea mi amigo, tengamos mucha confianza y yo lo considere un gesto de cariño y no un abuso sexual, machista y de superioridad. Y eso es lo que interpretamos la mayoría de los que vimos el beso en directo a la vista de la reacción de Jenni en ese momento y en las horas posteriores. Y cuando digo la mayoría incluyo también a periodistas femeninas que estaban retransmitiendo en directo.
Pero luego todo se torció porque Rubiales sacó su ego, su prepotencia, su chulería y el saberse intocable y a Jenni la metieron en el club de las "ofendidas cuando me dicen que me ofenda".
No ha sido un beso de un nanosegundo en el Metaverso que diría Tamara Falcó. Ha sido "el saco de cocaína en el maletero" al que aludió el mismo Rubiales en su discurso para defenderse cuando el escándalo de sus negocios con Piqué en el Mundial de Arabia. Cinco años seguidos de escándalos mucho mayores que ese beso y por los que tenían que haberle dado la patada en sus partes traseras (o en las delanteras, de las que tanto se vanagloria) hace ya mucho tiempo y resulta que él mismo ha metido en su maletero el saco de cocaína.
Su ego de macho Alpha infravaloró al movimiento feminista. Si cuando recibe el primer aviso, todavía en Sidney, de que aquí en España ya comienzan los lobbies a espolear Twitter con el tema del beso, él lo zanja con mano izquierda tanto pública como internamente, no hubiese pasado de una anécdota. Pero, todo lo contrario, echó gasolina al fuego que comenzaba a arder y despejó más el camino para que a Jenni le llegaran las presiones para dejarse manipular.
De Rubiales no me sorprende su actitud porque es lo que le hemos visto estos años. Pero considero que Jenni nos ha hecho flaco favor a las mujeres, aunque nos quieran vender lo contrario. Para mí uno de los pilares del feminismo es que me dejen tener mis propias ideas y defenderlas libremente. Si a Jenni Hermoso no le parece mal el beso como da a entender con su reacción tanto cuando lo recibe como en el vestuario o en el autobús, debería haber defendido eso. Y lo mismo sus compañeras, que hacen bromas con ello hasta que reciben la orden de ofenderse y ver agresión sexual donde hasta entonces todo eran risas.
En este caso, el feminismo ha sido útil para echar a un impresentable. Pero me surge una reflexión que me preocupa. A Rubiales se le ha dejado actuar impunemente durante años. Hasta que se topó con el feminismo manipulador que devora sin piedad en aras de otros intereses que nada tienen que ver con la defensa de la mujer y sus derechos. Ese feminismo al que hay que sumarse si quieres seguir girando en la noria. Y el ejemplo más claro es la imagen de los que aplaudieron el discurso de no dimisión de Rubiales y veinticuatro horas después, caído el jefe, le daban un beso... en esta ocasión el beso de Judas.
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