Arrogancia, control, dominación y poder
La arrogancia del "yo controlo" junto al "yo domino" ha sido la causa de constantes equivocaciones personales desde tiempos ancestrales. También en el caso de la humanidad o de la sociedad, ha causado los mayores desastres y las mayores catástrofes históricas, como es el cambio climático o la guerra en Ucrania (para no ir más allá en la historia con otros totalitarismos, dominaciones o maldiciones). La actitud de la "Arrogancia, Control y Dominación" la reducimos a sus siglas (ACD) para analizar críticamente sus propiedades e impedir que alcance el poder:
La maldad de la ACD es real y es maldad. La estupidez de la ACD es real y es estúpida. La estupidez de la ACD es ineludiblemente más peligrosa y dañina que su maldad. La ACD no tiene género, aunque ha sido un estándar masculino masiva e históricamente. Cuando la inteligencia se equivoca y cree controlar y dominar a la ACD, ha caído en brazos de la maldad de la ACD. Cuando la candidez se equivoca y cree que podrá alejarse de la ACD, se ha agarrado a la estupidez de la ACD. Si la ACD toma el poder en forma de un presidente/a de nación, confederación o federación, y se endiosa, las preguntas que debemos hacernos son: ¿quién lo aupó al poder?, ¿cómo y por qué se le mantuvo en él? Ya que quienes lo hicieron son los responsables; y deberíamos impedir que aúpen a nadie más, menospreciándoles a ellos.
Como todo el mundo sabe, la maldad es real y existe desde tiempos inmemoriales. Contra ella solo cabe aceptar que nada está bajo nuestro total control, que nunca podremos dominar siempre, y que nada podemos absolutamente evitar. Lo que se puede hacer es dar libertad a los otros y a nosotros mismos para poder ser y existir. Y si llega una temperamental equivocación, mostrar presteza en el rechazo de cualquier predisposición a ella con nuestro carácter. También mostrar conmiseración: "Magnanimidad para el villano, / esperanza en el lecho de muerte, / piedad en el juicio supremo". (Fragmento de la "Oda a la alegría" de Friedrich Schiller). Porque con el temperamento nacemos y el carácter lo forjamos. Forjar sí, porque al rojo de la vergüenza por una actitud de ACD se le debe golpear con el martillo de la crítica forjando una firme predisposición a la ética. Se precisa educar desde el nacimiento para forjar un firme carácter ético y moral capaz de argumentar para superar la predisposición a la tan frecuente y común maldad (beneficiarse perjudicando a otros), ya que contra la estupidez (perjudicarse y perjudicar a los otros), como también nos ha dicho Friedrich Schiller: "Los propios dioses luchan en vano", y supongo que aún seguirán luchando por largo tiempo, dado lo rutinario de nuestra estupidez.
Carlos Muñiz Cueto
Gijón
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