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Zumbando hacia el futuro: las heroínas aladas y el legado asturiano

5 de Septiembre del 2023 - Paula Álvarez Tames (Estados Unidos)

Hoy, me siento inspirada para escribir sobre un tema que me apasiona y que está muy cerca de mi corazón: las abejas y su importante papel en el medio ambiente, particularmente en un hermoso rincón del norte de España, Asturias. Quiero que se sumerjan conmigo en una historia llena de zumbidos, donde las abejas son las auténticas estrellas de la naturaleza, y donde la amenaza de la avispa velutina nos pica el corazón. Además, es el momento oportuno para rendir homenaje y alabar el trabajo infatigable de esos pequeños apicultores, como mi padre, que con su amor y dedicación a las abejas y a su "tierrina" producen una miel que es pura delicia para los sentidos y ayudan a mantener nuestro ya frágil ecosistema.

Las abejas, esas incansables obreras aladas, son las heroínas silenciosas que tejen el exuberante tapiz de los campos y bosques en Asturias. Son las guardianas de la biodiversidad y con su labor polinizadora hacen posible que florezcan nuestros campos, crezcan los cultivos y se despierte la vida en cada rincón de esta tierra que tanto amamos. Sin estas arquitectas de la biodiversidad, nuestros campos se marchitarían y nuestra comida escasearía. Ellas son el tejido mismo de nuestro ecosistema, pero, como en toda buena trama, también aparece un villano: la avispa velutina.

La avispa velutina, conocida comúnmente como "avispa asiática", ha invadido nuestros bosques y campos, convirtiéndose en una amenaza para las abejas y, en última instancia, para todo el medio ambiente asturiano. Su apetito insaciable de abejas ha causado estragos en las colmenas locales, poniendo en peligro la polinización que tanto necesitamos y colocando un nubarrón de incertidumbre sobre el futuro de nuestras queridas, a la par que imprescindibles, abejas.

Pues bien, ya tenemos una heroína, la abeja, y una villana, la velutina. Y ahora cabe preguntarse: ¿dónde están las administraciones en esta batalla?, ¿qué hacen para ayudar a nuestra heroína y asegurarnos de que la historia tenga un final feliz? La respuesta es simple: poco o nada. Realmente me saca de quicio ver cómo las administraciones parecen estar en estado de hibernación cuando se trata de enfrentar este desafío y contrarrestar esta plaga para preservar nuestro entorno natural. Las estrategias de las administraciones para combatir la velutina son tan efectivas como un paraguas en un huracán. ¡Es hora de que nuestras autoridades despierten de su letargo y tomen medidas concretas!

En medio de esta trama, me tomo un momento para aplaudir a los apicultores, que, como mi padre, son los únicos que están plantando cara a la avispa invasora. Mi padre, el rey de las colmenas de Zardón, ha cuidado de sus abejas con un cariño y mimo que solo un verdadero apasionado puede entender. Su miel es una delicia para el paladar, pero su amor por el pueblo y su entorno es aún más dulce. Él, como muchos otros que luchan contra la velutina sin el apoyo de las administraciones, es la prueba viviente de que el cuidado de la naturaleza es un arte que merece ser aplaudido. Si todos fuéramos un poco más como nuestros abnegados apicultores, ¡qué mundo tan dulce tendríamos!

Y ahora, hablemos de esos personajes secundarios que solo hacen ruido y estorban mucho para el buen desarrollo de la historia, los ecologistas "modernos", de "pacotilla, o como el gran Alfonso Ussía decía, los "ecologistas coñazo". Esos que desde sus escritorios en la ciudad creen que saben mejor que nadie cómo manejar nuestras tierras y someten desde su ignorancia ignorada bajo escrutinio a aquellos que han vivido y respirado esta tierra día tras día. O más peligrosos aún, esos que se compran una casita en el pueblo y se van a pasar allí las vacaciones con aires adoctrinadores y espíritu bolchevique. Vaya, esos que se atreven a menospreciar la sabiduría acumulada durante generaciones por las personas de los pueblos. ¡Esos que intentan enseñarle a nadar a un pez! A esos, a esos les diría que, por favor, no estorben, que observen y aprendan, que la sabiduría local es un tesoro y merece el respeto de todos, sí, de todos. Los apicultores locales comprenden a la perfección la intrincada danza de la naturaleza y son los únicos que están luchando por mantener el equilibrio natural frente a la amenaza de la velutina, porque cuidar de la naturaleza es más que una tarea, es una pasión.

Entonces ¿qué podemos hacer para luchar contra la implacable expansión de la velutina? Urgimos a las administraciones a aumentar la inversión en investigación para desarrollar métodos efectivos de control de la avispa velutina, promover la formación de apicultores locales y ofrecerles apoyo técnico y económico, implementar campañas de concienciación para sensibilizar a la comunidad sobre la importancia de las abejas y la polinización y establecer redes de seguimiento y control de la avispa velutina en toda la cornisa cantábrica. ¿Y qué pueden hacer los particulares? Mucho. En estos tiempos, en los que la protección del medio ambiente es más importante que nunca, cada uno de nosotros podemos aportar nuestro granito de arena para contribuir a la conservación de nuestro entorno. Debemos mirar hacia el futuro, sí, pero también hacia atrás. Nuestros antepasados hicieron un trabajo mucho mejor que nosotros en la conservación de la naturaleza. Aprendamos de su sabiduría y honremos su legado. Administraciones y particulares, al unísono, podemos asegurar un futuro en el que nuestras abejas continúen zumbando y tejiendo el tapiz de vida en Asturias.

La historia de las abejas y su relación con nuestro medio ambiente es una que merece ser contada. No dejemos que esta trama termine en tragedia. Levantemos nuestras voces para que juntos podamos escribir un final feliz para nuestras abejas y preservar la herencia de nuestra tierra.

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