La Palma, Tenerife, Marruecos
No sé si el resto de los españoles han sido abducidos en 2020, pero a mí, lo que está ocurriendo en este país ya no me parece ni medio normal. Qué pena nos da de Marruecos, a mí también me produce pavor lo que les está ocurriendo a estas personas y envío mi más sentidas condolencias a todas aquellas familias que han perdido seres queridos. También aplaudo a este país por ayudar a mermar el profundo dolor que la naturaleza, una vez más, infringe a un país que lo que menos necesitaba era algo así.
A mí no se me ha olvidado aún que tenemos a los palmeros abandonados, viviendo en barracones, contenedores metálicos o en acogimiento en casa de algunos familiares. ¿Tan difícil sería haber solucionado lo doméstico ya mucho antes? Han tenido dos años para La Palma y un tiempo para Tenerife, pero siempre he sabido que jamás acometerán nada para ayudar a los españoles, porque tienen por delante mucho trabajo que hacer aún para seguir destrozando este país.
La agenda 20-30 tiene mucho que ver en todo este disparate y muchos más, pero todos callan felices, incluido el cuarto poder, los medios de comunicación y la prensa, que solo habla cuando se lo permiten. ¿Qué ha cambiado desde 2020? ¿Dónde se han quedado los medios de comunicación que sentían dolor por lo malo que les sucedía a otros? ¿Qué pierden la televisión, los periódicos, las empresas de información si dicen la verdad? Desde luego, no lo entiendo.
El año 2020 es el punto de inflexión entre la normalidad que era normal y la "nueva normalidad", que, para muchos como yo, es anormal y siempre lo será.
Den la cara ya porque uno se libera cuando dice la verdad. Ya lo dice el Evangelio, "solo la verdad os hará libres".
Esta carta son solo las reflexiones de una persona que no es capaz de soportar la mentira que se nos ha ido relatando estos últimos tres años.
La recomendación de hoy sería que busquen a Charlie Chester, director de CNN, hablando sobre el cambio climático. Pensemos...
Les deseo una semana llena de alegría y paz, plena de amor y verdad. Me despido como hago siempre, deseándoles mucha paz y mucho bien, pásenlo bien y pórtense bien, que a veces implica romper las normas y decir la verdad, aunque duela. ¡Hala, con Dios!
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