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Carretera de acceso a Boo de Aller

18 de Septiembre del 2023 - José Viñas García (Oviedo)

Leo un comunicado de la Asociación de Vecinos de Boo de Aller donde muestran su preocupación y malestar con la posible paralización de las obras de la carretera que da acceso al pueblo. De ser así, las administraciones deben tomar cartas en el asunto y sin demora solucionar todos los obstáculos. Sabemos cuánto son de perezosos cuando alguien les anima a paralizar obras. Tienen una obligación con lo acordado, las dificultades con ganas se solucionan todas fácilmente sin dejarlas aparcadas por tiempo indefinido como suelen hacer fácilmente con todo.

Este bello pueblo minero desde sus raíces y sus mismas entrañas les pide responsabilidad y eficiencia. Esa carretera no debe pararse hasta su terminación. Gracias.

Este bonito pueblo se sustenta sobre galerías y rampas explotadas durante más de un siglo, primero desde minas de las montañas de todo su alrededor, para luego desde los pozos rematar la faena por abajo.

Boo tiene el fatídico privilegio de haber sufrido en 1889 la mayor tragedia minera de Asturias en la mina la Esperanza del Picu, con 30 mineros muertos.

Boo es pueblo minero por excelencia. Familias enteras de abuelos, padres e hijos se ganaron la vida en este laborioso, insalubre y esforzado trabajo. El trabajo minero era miedo, mucho miedo, que se suplía con compañerismo y el saber que estaban sustentado el presente y futuro de sus hijos y familia. Esfuerzo sin límite, polvo y sudor a repartir, enfermedades profesionales, accidentes al orden del día por la peligrosidad constante. Acompañados siempre los mineros de su eterno enemigo traicionero, el grisú. Causante, por ejemplo, de ese accidente mortífero de Boo. Boo, además de ese accidente, sabe y llora amigos, vecinos y familiares que dejaron su vida en las entrañas de la tierra. Huérfanos, viudas y madres que se hicieron tan fuertes y recios como los propios mineros.

Solo el minero es capaz de comprender lo que digo, el destajo (tanto produces, tanto ganas), eso, teniendo de compañero inseparable el grisú, formaba una mezcla sádica obligada y asumida personalmente. El miedo y la obligación a ser valiente convertían la labor del picador en el trabajo más sobrehumano jamás soportado. Todos eran conscientes de que su labor diaria entrañaba una apuesta al riesgo constante, pero asumido sin mirar atrás.

Boo merece respeto por sus hombres y mujeres. Un abrazo, collacios.

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