Ellos hacen las normas
Efectivamente, nuestros políticos hacen las normas y las leyes y, como no, a su libre albedrío y antojo, adjudicándose todo tipo de prebendas. Léanse algunas de ellas:
–Mientras que un ciudadano de a pié, cotizante al Sistema de la Seguridad Social, bien por cuenta ajena o por cuenta propia, necesita 35 años de cotización para alcanzar el cien por cien de su base reguladora, consistente en la media de sus últimos quince años de cotización, percibe en la actualidad una pensión máxima de 2.466,20 euros mensuales –siempre que en los últimos 15 años haya cotizado por bases máximas–, un diputado o senador, con tan solo siete años de ejercicio, percibe una pensión vitalicia que dobla la de los anteriores.
–Estas pensiones, son compatibles con la percepción de otros sueldos de la Administración o con otras actividades económicas, cosa ésta, que no sucede con el resto de ciudadanos comprendidos en el sistema anteriormente citado.
–En cuestión de retenciones por IRPF, a ellos solo se les retiene, como máximo, el 4,5 por ciento, mientras que al resto de españoles se les aplica un baremo en base a sus emolumentos.
–Las multas de tráfico que les son impuestas por infracciones, no las desembolsan de su bolsillo, las pagamos el resto de ciudadanos.
–ZP es el único presidente de la UE que carga sus gastos vacacionales a los presupuestos estatales.
–No existe ningún dato oficial ni estadístico sobre el absentismo por falta al trabajo de nuestros representantes políticos.
–Pueden utilizar a su antojo con cargo a las arcas del Estado, aviones, barcos o trenes. Disponen para ello de una suculenta cuenta para viajes.
–No tienen límite para sus «pitanzas» que denominan comidas de representación.
–Cuentan también con otra suculenta cuenta para las llamadas con sus teléfonos móviles.
–Los ex ministros mantienen, al menos durante dos año, una cuantiosa pensión por cese.
–Los altos cargos se embolsan indemnizaciones millonarias en caso de cese.
–Sus señorías disponen de una tarjeta que les facilita el Congreso para desplazamientos en taxi por la capital.
Estas y muchísimas más son las prebendas de que gozan los diputados, senadores y muchos otros altos cargos.
Juzguen ustedes, juzguen y opinen en manos de que «chupópteros» estamos.
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