Bullying
Hace unos días, un chico de 14 años, en Jerez de la Frontera (Cádiz), sacó de su mochila unos cuchillos e hirió a profesores y alumnos como si de una escena de Jackie Chan se tratara. El chico ante la Policía, una vez detenido, ha confesado: "¡Ya no podía más, he estallado!". Por supuesto, consternación en el instituto y entre las familias, que haber qué pasa con este chico, que si no había ningún protocolo de bullying activado, que si era un chico normal, introvertido, eso sí... Por supuesto, no está nada justificado su comportamiento ni reacción, pero muchas veces hay que psicoanalizar más y preguntarse por qué y de dónde viene esta actitud violenta. El chico, por de pronto, tiene necesidades educativas especiales, está diagnosticado de trastorno del espectro del autismo (TEA), y el día antes le habían tirado agua por la cabeza, nada, una "broma pesada" como dicen algunos, "que si acaso podían reírse de él pero que no le pegaron", y que era "poco sociable y que se sentaba con su táper solo en el recreo". ¿Y qué querían, que con su enfermedad y ese bullying se arrancara por sevillanas en el recreo, o qué? El bullying existe, porque, por ejemplo, que una chica en el recreo esté escuchando de sus hermanos o examigas palabrejas como "puta", "a ver adónde vas si a tu madre le pasa algo" (¿acaso esperan a que la madre se muera de una santísima vez, o qué?), a "pues papá va a hacer un gimnasio en tu habitación", la verdad no es nada agradable, lo suficiente para meterse llorando en el baño durante el recreo y no querer volver a ese instituto nunca más. Para eso estamos las madres, observando todo el día los cambios de nuestros hijos, para eso están los cambios de instituto con plaza en menos de 24 horas, para eso están los profesionales, psiquiatras y psicólogos, para ayudar en lo posible. Claro, siempre se puede excusar el instituto que ahí estaba todo bien, haciéndose los despistados, o que aparezca algún padre con descaro cuestionándose el qué habrá hecho el/ella para que le cambien de instituto. Reitero que el tema cuchillos y agresión no está justificado en absoluto, lo que pasa que estaba hasta los mismísimos e hizo lo que hizo como podía haberse autolesionado y quitado la vida. Pero el instituto, el entorno, los compañeros, los protocolos hicieron como el título de la novela de Ana María Matute: NADA.
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