No a Santiago Carrillo
Respetamos la memoria histórica, sobre todo la bidireccional. Esto es, aquella que de forma objetiva trate de poner al día los acontecimientos más oscuros de nuestro pasado, y que por las razones que fueren todavía no han quedado suficientemente esclarecidos, o lo han sido en una sola dirección. Por ejemplo, lo acontecido en octubre de 1934 y que desencadenó la Guerra Civil española de parte de los partidos de izquierda y por cuyos acontecimientos todavía a día de hoy no solamente no han pedido perdón, sino que cada décimo mes del año siguen celebrando con una alegría insultante.
Con la llegada de nuestra transición democrática todos pusimos de nuestra parte. Claro que unos más que otros. Santiago Carrillo no ha tenido más mérito que disfrazarse con una peluca para beneficiarse de dicha democracia, y conseguir una soldada y una pensión multimillonaria, que todavía a día de hoy disfruta. Si alguien observa mérito alguno en Santiago Carrillo al respecto de nuestra flamante democracia, ¿qué decir de don Torcuato Fernández Miranda, qué de don Adolfo Suárez o qué de S.M. el Rey don Juan Carlos?
Santiago Carrillo es el defensor de una ideología, la comunista, que a día de hoy arroja más de cien millones de asesinatos. Y decimos a día de hoy porque, desgraciadamente, todavía países como Corea, China o Cuba, y para escarnio de la Humanidad, se empeñan en seguir incrementando. ¿Es esta la defensa de Santiago Carrillo?
Santiago Carrillo es el responsable (todo está perfectamente documentado) de miles de asesinatos en los acontecimientos que en el otoño de 1936 tuvieron lugar en Paracuellos del Jarama (Madrid) y mientras el ilustre gijonés ocupaba el puesto de consejero de Interior de la Junta de Defensa de Madrid. Las fosas comunes de estos miles de españoles asesinados por el frentismo de izquierda aún permanecen al margen de la memoria histórica. El superman juez Garzón no ha tenido tiempo a ello, o mejor dicho, ha preferido entretenernos con asuntos semejantes en Chile o Argentina.
Desde nuestra condición de ovetense, en su día pusimos el grito en el cielo tras el nombramiento de hijo adoptivo, de parte del Ayuntamiento de Oviedo, del dictador cubano de origen asturiano Gallego Fernández, vicepresidente del genocida Gobierno de Cuba. Lo mismo hacemos ahora. ¿Puede el Ayuntamiento gijonés nombrar hijo predilecto de Gijón a quien ha sido un tremendo asesino?
Desde aquí nuestra más enérgica repulsa por ello y nuestra más cordial recomendación a que los ilustres concejales gijoneses vuelvan a la escuela, pregunten a nuestros mayores y estudien Historia de España, sobre todo la no escrita por Tuñón de Lara y con la que algunos escolares, por imperativo del profesor progre de turno, hemos tenido que indigestarnos en la Universidad de Oviedo. Afortunadamente, ya hemos tenido tiempo más que de sobra para vomitar. Es decir, lo mismo que ahora nos produce el recordatorio de Santiago Carrillo.
Félix Martín Martínez
Oviedo
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