Putin duda entre reír o llorar
Están surgiendo ideas de que Ucrania debería empezar a hablar con Rusia; ideas, más cada vez, de congelar el conflicto. El hecho es que el Occidente colectivo no es capaz de igualar la capacidad industrial de guerra de Rusia y el globo Zelenski se desinfla y los aliados están cansados de “soplar” para mantenerlo hinchado. ¿Misión cumplida o rendición sin precedentes?
Con esta posibilidad en mente, hay razones para pensar que Putin apuesta por la “paciencia estratégica” o, como diría su amigo Xi Jinping, por ese conocido proverbio chino de “siéntate a la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo”.
A tal efecto, consideremos algunos hechos discrepantes y de relevancia que se están dando a día de hoy:
El pasado fin de semana EE UU ha evitado el cierre de Gobierno con un acuerdo que excluye un nuevo paquete de asistencia militar a Ucrania.
La opinión pública norteamericana, según encuesta de la CNN, mayoritariamente (un 55%) ha girado a la idea de no continuar con las ayudas.
Hungría amenaza con vetar el presupuesto de la UE a finales de este año si no se elimina la financiación de Ucrania.
El ganador de las elecciones en Eslovaquia, Robert Fico, convencido de que Ucrania no tiene ninguna posibilidad de ganar la guerra, siguió la retórica de Viktor Orbán, presidente húngaro, y basó su campaña en la promesa de dejar de ayudar a Ucrania.
La otra historia cuenta cómo Polonia no proporcionará más armas a Ucrania, en parte porque ahora está construyendo sus propias defensas y también por los intentos ucranianos de inundar el mercado agrícola polaco con granos baratos de baja calidad, que no puede vender en ningún otro lugar.
El expresidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, ha afirmado que la corrupción en Ucrania afecta a todos los niveles de la sociedad y ha puesto en duda la adhesión a la OTAN.
Por último, las elecciones estadounidenses están a la vuelta de la esquina.
Como epílogo, el invierno pronto llegará a Europa y quizá no haya suficiente gas para la calefacción.
Paradójicamente, Zelenski también ha contribuido a esta corriente en “contra” de continuar el conflicto, cuando se permitió el exceso de lanzar veladas amenazas de posibles actos terroristas contra sus aliados europeos: “Si bien los ucranianos en Europa se han portado bien y están agradecidos con quienes les han dado refugio, no sería una buena historia para Europa si una derrota ucraniana arrinconara al pueblo”, dijo.
Tampoco hizo ninguna gracia el informe aparecido en el “New York Times” (aparente filtración de la Casa Blanca o el Pentágono) por el que Zelenski acusa a Rusia de un “crimen de guerra” por el ataque a la aldea ucraniana de Kostiantynivka (18 muertos), cuando una posterior investigación de inteligencia USA determina que el misil fue disparado por Ucrania.
Hecho similar al ataque con misiles que afectó a Polonia en noviembre de 2022, que Zelenski también atribuyó a la “criminal” Rusia, pero que resultó ser de Ucrania.
Ambos incidentes reflejan la desesperación del líder ucraniano por meter con calzador a la OTAN y a EE UU en una guerra a gran escala con Rusia, que fácilmente podría convertirse nuclear, con el consiguiente y necesario sacrificio de personal militar de la Alianza.
Es una ironía cruel que Ucrania sea brutalmente destruida; que gran parte de su juventud haya sido asesinada y mutilada; que se haya pasado sin piedad por encima de cadáveres de niños y ancianos; que los multimillonarios de la guerra se hayan multiplicado exponencialmente; que los que han tenido en sus manos parar e impedir esta masacre hayan mirado para otro lado, y que los adalides del “No a la guerra” de antaño fomenten, azucen y contribuyan al “Sí a la guerra” de hoy.
Saludos cordiales.
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