El gran activo del Partido Popular
La noticia aparecida en distintos medios de comunicación y prensa escrita, sobre las palabras de elogio, hijos de puta, dirigidas por la popular Pérez-Espinosa a los fotógrafos presente en el pleno municipal de Oviedo, donde se aprobaban los Presupuestos anuales del año 2011, ha suscitado ya reacciones y críticas.
¿Estamos ante una comunicación prematura y poco considerada para la actual responsable de Cultura y aspirante a candidata por el Partido Popular al Principado de Asturias, doña Isabel Pérez-Espinosa?
Esta vez los insultos y la mala intención no proceden del sector de Álvarez-Cascos, sino que se han generado entre detentadores del actual poder popular, que teóricamente, al menos, tienen como función primordial preservar y defender la esencia del ideal liberal. No parece que haya, esta aspirante a candidata, cumplido con su deber para con el partido que la designó en las listas electorales municipales, ni para la Casa Consistorial, ni para la dignidad de su presidente que representa a toda la ciudadanía ovetense. Estamos ante una forma habitual de actuar, ante una epidemia que se ha extendido como patología generalizada a los detentadores del poder que siguen, al menos algunos de ellos como los que yo mejor conozco, el mismo estilo de gobernar.
La noticia se agrava porque tales expresiones, salidas de su boca, proceden de las filas populares y, dentro de ellas, de la llamada a representar a todo un electorado de centro derecha, a Manuel Pedregal o quizás a la misma Génova.
Por cierto, que su reacción ante la prensa es un signo más de su elegancia y catadura moral.
Esta forma de actuar en política, pequeña y de vuelo corto, es pan para hoy y hambre para mañana. Las consignas remitidas, como premisa, desde el Consistorio de la capital, sin oposición alguna de la sede regional, sólo han servido para agraviar y en ningún caso para construir las directrices aprobadas en el último congreso nacional del Partido Popular en Valencia.
Conociendo la trayectoria de Álvarez-Cascos, desde hace muchos años, estoy seguro, si es presidente, de que actuará con independencia, defendiendo al Principado de Asturias que representará con neutralidad y sentido institucional.
Álvarez-Cascos es un gran activo del Partido Popular y su recuperación, para puestos de responsabilidad pública, no puede ser sino una buena noticia en general, y en particular para los que le hemos conocido. Por eso, estoy seguro de que actuará para no disminuir su dignidad ni para perder su independencia. La oposición a la designación de Álvarez-Cascos es la consecuencia a una forma de actuar que confunde la lealtad con la sumisión y que considera a quienes les han elegido unos anónimos al servicio del poder supremo. Por eso, el Partido Popular asturiano ha ido perdiendo a muchas personas decentes que se van en silencio para no perjudicar, pero que reaccionan cuando se quiere pisotear la dignidad de las personas, de sus nombres y de las instituciones desde las malas formas.
¿Cuánto tardará el actual poder popular asturiano en sentirse incómodo con ese proceder? El nerviosismo es patente en estos dirigentes mediocres, que no sabe estar ni representar a un partido llamado a gobernar España y Asturias.
Con la conducta demostrada por Isabel Pérez-Espinosa, con sus palabras soeces, estamos indudablemente ante malas formas, ante prácticas viciosas, fruto de la prepotencia, que deshonran a quien las emplea y descartan la virtud, que debe ser una cualidad, de quien pide gobernar una comunidad autónoma.
Atentamente.
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