Mujer rural vs. mujer urbana
Si damos por cierto el dogma «lo que no se ve no existe», y sabiendo que el 18 de diciembre de 2007 las Naciones Unidas establecen el 15 de octubre como el Día Internacional de la Mujer Rural, mediante una resolución que reconoce «la función y contribución decisivas de la mujer rural, incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural», podemos deducir cuál era el papel que la sociedad nos otorgaba hasta hace no tanto: la sombra.
A la hora de abordar la figura de la mujer rural hoy, hay que tener en cuenta su aspecto poliédrico, no solo somos mujeres enérgicas, luchadoras, inquietas, madres y trabajadoras (adjetivos que nos unen a las generaciones que nos preceden), sino que también estamos formadas académicamente, nos asentamos en un territorio repleto de oportunidades por decisión propia, y además se nos aplican términos modernos como empoderamiento, resiliencia o emprendimiento (según el informe "GEM Asturias" de la Universidad de Oviedo, el mayor emprendiendo en nuestra región se sitúa entre mujeres rurales, por encima de hombres y mujeres urbanas), es decir, estamos presentes en la sociedad —como es mi caso— en asociaciones profesionales tales como Mujeres de Empresa. Y muy a mi pesar tenemos que cargar con otro término a erradicar, «estereotipo», debido a la desconexión existente entre estas dos realidades, urbano-rural, que por otro lado deberían dialogar armónicamente, se nos suelen colocar etiquetas que no se ajustan a la realidad, como atrasada, o inculta, entre otros muchos apelativos, negativos en su mayoría.
Si aceptamos que existe la figura de la mujer rural, es porque también existe en contraposición la urbana, y por tanto diferencias entre ambas, pero la realidad es que estas son muy difusas y se limitan a las propias del entorno, no son divergencias intrínsecas, sino las propias de vivir y trabajar en dicho contexto. A excepción de un aspecto romántico, pero no por ello menos importante, sino todo lo contrario, es el concepto que nos define y diferencia el arraigo, las mujeres rurales pertenecemos a un lugar en el mundo, nuestro lugar. La mayoría de nuestras problemáticas son transversales a ambos contextos y no exclusivas. Si bien es cierto que creo que los inconvenientes, a excepción de algunos muy generales como por ejemplo la conciliación familiar, que en nuestro entorno se vuelve especialmente complicada; y otros propios de las condiciones del medio, como la falta de infraestructuras, o servicios, no se pueden generalizar ya que cada persona, entorno y momento vital se encuentran con unos específicos y posiblemente diferentes a los de otra persona.
Consideraciones con motivo del Día de la Mujer Rural
Más allá de la aportación al PIB y que la mayoría de nosotras producimos los alimentos que se consumen en el mundo urbano, también somos las encargadas de fijar la población en el territorio
Es necesario poner en valor y visibilizar además de todas estas cuestiones la importancia de nuestro papel en la sociedad. Más allá de lo evidente, la aportación al PIB y que la mayoría de nosotras producimos los alimentos que se consumen en el mundo urbano, también somos las encargadas de cuestiones intangibles como fijar la población en el territorio, aspecto especialmente relevante en la actualidad, ya que el reto demográfico es uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos en la actualidad. Asimismo, somos las encargadas de preservar la cultura y las tradiciones, y contribuimos al desarrollo agrario y ganadero.
Si hay alguien que claramente encarna todos estos valores es Rosa Rodríguez, "Rosa Cunqueira", premio «Mujer Rural de Asturias 2023», con su apuesta por el territorio, por el medio, por salir adelante en el pueblo, por preservar aquella cultura popular en peligro de extinción, y por divulgarla, por su tesón y por su fuerza y energía. Desde aquí te deseo una pronta recuperación.
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