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«Carne de cañón»

25 de Diciembre del 2010 - Severina S. Solís (Luarca)

¡Qué expresión más fea me pareció a mis 8 años de edad! Con el tiempo la fui comprendiendo, por desgracia. Bajo todos los gobiernos y dictaduras hay gente buena, trabajadora y honrada que terminan siendo «carne de cañón». Mi padre era socialista «idealista», ¿saben los que nos gobiernan ahora lo que quiere decir «idealista»? No lo creo, quizá quede por ahí algún «despistado» alcalde de pueblo que quiera trabajar honradamente, porque sí conozco alguno, pero están bajo el mandato de los de arriba, que desgobiernan dando bandazos y sin saber lo que es gobernar, como el que tenemos ahora que llevó a España a la ruina. Llegó a presidente de una manera no muy clara y muy dolosa; y hábilmente urdida por alguien, nunca se sabrá por quién, porque estas cosas suelen hacerse de forma muy estudiada y premeditada por mentes diabólicas, pero el resultado fue terrible. Murió mucha gente inocente, «carne de cañón», y el caos que se armó después con los móviles a todo trapo contando mentiras y volviendo a la gente loca elevó a este señor al Gobierno. No acuso a nadie porque lo que pasó aquellos días de muerte nunca se sabrá.

Mis padres, que después de muchos trabajos consiguieron hacerse (hablo de los años treinta) con un pequeño negocio de hostelería cuando la maldita guerra entre hermanos empezó (siempre hostigados por gente de fuera de nuestra patria) y como era un buen socialista (idealista), cedió el comedor de su pensión para que se celebraran las juntas de los comités, que nadie los quería; pero siempre tiene que haber algún incauto y cayó en esa trampa que después, en el treinta y seis, hizo que tuviéramos que salir corriendo. Porque después de los crímenes que se cometieron en el treinta y cuatro, mi padre que siempre estuvo en contra (de hecho tuvo a mi hermano y a un sacerdote escondidos en su casa, porque si no los mataban). La familia de mi madre era de derechas, y mi padre, socialista. Mamá lo único que hacía era trabajar y cuidar de sus hijos, pero la guerra entre hermanos empezó y mi padre nos llevó a Ribadesella, desde donde, en un carguero inglés, nos mandó a Francia para, de allí, pasar a Cataluña, que era terreno rojo. En el barco todos éramos asturianos, mujeres y niños. Mi padre fue a Gijón, que decían que había barcos que los sacaban de España. Sí, sí, claro que sacaban, pero a la gente de dinero, a los intelectuales y políticos... a la gente obrera los guardias de Asalto la empujaban y pegaban con la bayoneta calada, señores. «Carne de cañón». Después estuvo en la cárcel bastantes años, y menos mal que no lo mataron, como a otros que tuvieron menos suerte.

Nosotros, de Burdeos a Vic, en Cataluña; las peripecias y calamidades que pasamos darían para llenar un libro, aunque, eso sí, el Gobierno nos tuvo –dentro de lo que podía– bajo su protección y nos mandó para Francia, al Oeste, a un pueblo que se llama Crois de Vie (departamento de la Vendée). ¿Habrá por ahí todavía alguien que estuviera en aquellas colonias? Yo tengo 80 años, pero había muchos niños... La verdad, los franceses nos trataron muy bien, pero cuando se acercaba a la II Guerra Mundial y nos querían llevar para Rusia, nuestras madres nos defendieron con uñas y dientes y mi hermano nos reclamó y volvimos a España, por milagro de Dios, sanos y salvos. Mi padre, en la cárcel, y mi madre, con su casa desvalijada, tuvo que empezar de nuevo. Ya nada era igual, ¡qué pena de guerra entre hermanos!, ¡cuánto dolor en las dos partes!; la mayoría eran «carne de cañón» de una guerra cruel que otros urdieron. Después, muchos años de dictadura que tampoco está bien, pero hay que reconocer que Franco sacó a España adelante. Se cometieron muchas injusticias y muertes inútiles, pero en las dos partes hubo dolor y muerte. Y, ¿qué pasaría si en vez de unos hubieran ganado los otros?, pues igual, que habría muerte, injusticias, venganza y horror. Yo ahora, después de haber votado al primer Gobierno socialista, ¡cuántas mentiras!, decidí que ya no habría peleas: vino la reconciliación, se hizo un Estatuto, todo el mundo contento, Carrillo podía andar sin peluca, todos en paz con el Rey a la cabeza, yo creo que fue lo mejor que se hizo, pero ¿y Felipe?, ¿qué pasó?, otra vez corrupción y desbarajustes, todos quieren tener poder y dinero... y la «carne de cañón», a trabajar y a pagar el pato de todo. Alguna cosa buena hizo, pero ahora vive como los burgueses, tan criticados por ellos y los trabajadores en la calle. Cuando gobernó Aznar, todo iba bien, pero llegó el día fatal del 11-M y todo patas arriba; un señor que creyó de repente que era el rey del Universo y empezó dando bandazos, y una cosa hoy y mañana otra, empezó la crisis, gente con cordura avisándole, que yo soy el Presidente y hago lo que me da la gana, llevó rodeado de ineptos y aprovechados a España a la ruina total: millones de parados, autónomos y pequeños empresarios, arruinando a los pensionistas recortando y congelando sueldos, no quería oír nada más que su voz y la de los «gorrones» que tenía alrededor. Hasta que desde fuera le tuvieron que parar los pies. Pero, claro, nosotros, los pensionistas y parados, «carne de cañón», los más débiles y los que no tenemos nada... ¿Y qué pasó ahora? Cambió su Gobierno y puso al frente a personas con muchos años de vuelo en la política y mala uva. Se escondió detrás de él, que sabe mucho de chanchullos y dijeron «tate, vamos a dar un buen golpe de mano con los controladores. Llevaban meses negociando las horas de trabajo pero (a lo mejor algún garbanzo negro había por ahí) dijeron van a caer en la trampa, sacaron el decretazo justo cuando la gente... (la «carne de cañón», señores) estaba para irse de vacaciones y entre el garbanzo negro de dentro (si lo había) y la maldad y astucia de fuera, los controladores cayeron como pininos, y la («carne de cañón») no se da cuenta de que fue manipulada por gente que se las sabe todas; esos miles de viajeros sí que dieron muestras de ser civilizados, pero jugaron con ellos, que no les quepa la menor duda. Y para colmo sacan al Ejército, como si España estuviera en guerra, y se esconden detrás de él. ¡Señores, más respeto para nuestro Ejército y soldados, que muchos están («carne de cañón») lejos de nuestras fronteras! Gracias a Dios que no hay pena de muerte, pero... y los niños a los que no dejan nacer, ésos sí que son inocentes y no se pueden defender, ¡pobres infelices! les niegan el derecho a la vida, y con cariño y dolor les diríamos «carnecita de cañón».

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