Patrimonio sierense que recupera el esplendor de antaño
Hace unas semanas que tuvimos la grata noticia de la recuperación de un patrimonio de enorme importancia, dilatado en el tiempo y vinculado al Camino de Santiago, la conocida ermita de Bienvenida, en la parroquia de Vega de Poja, en Siero.
Es de agradecer que el señor alcalde de Siero, José Antonio Noval, y su mujer, la diputada regional Belarmina Montes, junto con los componentes de la Corporación y la directora de Planificación y Gestión del Patrimonio Cultural del Principado, Eva María Sánchez, se hayan desplazado hasta Vega de Poja para estar presentes en el acto de reinauguración. Digo que es de agradecer porque son la noticia que pone emoción, entretenimiento y sobresalto a la tediosa información que nos llega por estos medios.
Bienvenida, una reconstrucción muy demandada desde hace mucho tiempo por el mal estado de conservación, que ponía en riesgo el seguir contemplando algún siglo más este patrimonio. Sobre el resultado de la intervención, las opiniones y críticas son muy respetables, se puede criticar según criterio de cada cual; el proceso rehabilitador fue realizado por restauradores espontáneos, profesionales no especializados, lo que se hizo salvó el edificio, importante para mantener el patrimonio y las señas de identidad de los pueblos del concejo.
La iniciativa de rehabilitar esta capilla comenzó a gestarse en abril del pasado año, según el presidente de la Asociación de Vecinos de Vega de Poja, Eduardo Rodríguez, que tomó cartas en el asunto, preocupado por el estado de abandono en que se encontraba. Dicha expresión es profundamente desacertada y muy alejada de la realidad, por cuanto que el proyecto de restaurar esta capilla lleva bloqueado desde abril del 98 del pasado siglo, y no por falta de financiación como le ocurriera a la Sagrada Familia de Gaudí, coincidiendo con la I Guerra Mundial, ya que Bienvenida tenía la parte económica resuelta.
Sorprende desde un punto de vista racional el refinado cinismo del señor Rodríguez, que, según sus propias palabras, dice haber estado muy preocupado por el abandono de la ermita, y durante todo este largo período de tiempo nada absolutamente nada hizo, ni estando en juego el edificio, por dar continuidad al proyecto que se habría solventado sin el coste de un céntimo de euro, ni al pueblo, ni al Ayuntamiento, ni al Arzobispado, y en el que destacaban las iniciativas encaminadas a la rehabilitación de la ermita, la puesta en valor del tramo del Camino de Santiago y la restauración del puente Recuna.
Este proyecto que reposa fue fechado a finales del 97 del pasado siglo, y una de las peculiaridades de sus iniciativas, a diferencia de otras de la parroquia, es la de no ser promovida por colectivo o asociación alguna, algo que parece estar reservado exclusivamente a esa tupida red de asociaciones públicas, que lejos de apoyar estrangulan el proyecto, que queda desaprovechado, lo que, en época de crisis y recortes, cuesta entender de esta situación.
La cuestión que reviste especial gravedad de toda esta triste y llamativa historia es comprobar que quienes han mostrado una actitud de desentendimiento total por el asunto se han volcado con el colectivo vecinal y secundan la iniciativa, que para su desarrollo acude a los recursos que la sociedad pone al servicio de estas asociaciones, con gestores tan sobrados de protagonismo como escasos de conocimientos, lo que nos conduce a situaciones como ésta que nos ocupa, carente de sentido común, el que les falta a los que han promovido y respaldado esta iniciativa.
A la vista de lo acaecido, es inevitable pensar que estamos ante un colectivo de unas características anacrónicas. Lo que sorprende es que se haya permitido llegar hasta aquí, y que se sigan amparando sus despropósitos, es para estar indignado por su pasividad en el asunto y su gestión despilfarradora, dilapidando sin control un dinero que es de todos los asturianos, y no de «nadie», como desafortunadamente comentó una ministra del Gobierno central. Es un dinero público y es lógico que se ande con tiento para poder devolver a nuestro patrimonio el esplendor que le corresponde históricamente.
Esta actitud de la Asociación de Vecinos vegapojana les debería de producir sonrojo a quienes tienen la responsabilidad de administrar con eficacia el dinero de los ciudadanos, han despilfarrado 7.333 euros, importante dinero que, por una cuestión de decencia, alguien tiene que asumir responsabilidades, deben una explicación.
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