Exasperación y poder
Hace unos días (8 y 9 de noviembre pasados) tuve que viajar a Madrid por ciertas cuestiones personales. Ya hacía tiempo que no había estado en la capital de España. La impresión que me llevé fue la de una ciudad exasperada por encima de lo normal. Puede que haya cambiado mi perspectiva y no la de la ciudad.
Pero si incluimos el encrespado contexto político, para llegar a acuerdos de gobierno; sus manifestaciones callejeras, por desacuerdos más allá de una política seria y racional. El atentado terrorista a Alejo Vidal-Cuadras en plena calle céntrica del barrio de Salamanca, descerrajándole un tiro en la cara. Altercados de tráfico, debidos a cortes puntuales, por esos incidentes callejeros, que provocan grandes pitadas de claxon (si no se llega a las manos)... Esa atmósfera tan convulsa, me recuerda a tiempos pasados, en la ya larga andadura democrática de este país. Unas horas en Madrid, dan para año y medio, en el ritmo tranquilo de la capital de provincia donde resido. El tiempo pasa muy rápido allí, y la tensión (en las arterias conflictivas) se puede cortar con navaja. ¿Qué decir de la política que trata de abrirse camino, con el dios Poder político por bandera, y el judicial maniatado?
Exasperación y poder, mala combinación.
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