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Periodistas: mártires de la Verdad

27 de Enero del 2024 - José María Casielles Aguadé

Mi profunda afinidad con los periodistas de todos los medios de comunicación social (MCS) me ha llevado a colaborar con sus instituciones (Prensa, Radio y TV), desde hace más de cincuenta años, y se basa en la convergencia de tareas que tenemos los educadores e informantes. Basta con acudir al texto de la Real Academia Española (RAE) para entender este hermanamiento intrínseco.

La palabra “mártir”, de etimología griega (martys, -yros), y latina (martyr, -yris), significa el testigo que da heroico testimonio de su fe. La persona que llega a morir en la defensa de sus principios y de sus ideales, sufriendo antes sin desánimo arbitrariedades e injusticias. En este año de caos universal, son ya unos treinta los periodistas que han dejado su vida en la citada actividad para la mejora de la Humanidad. Muchos de ellos eran mujeres jóvenes.

Sumario: Reconocimiento, desde la convergencia, de un educador a la tarea del informante

Destacado: La Verdad es virtud esencial para la Ciencia, y lo es también para la Información honesta, que sirve de orientación para la vida social de los ciudadanos

No hace falta una acendrada formación religiosa de ningún signo específico para entender la idea de que “no existe reloj sin relojero”. Sentada esta evidencia, resulta claro que Dios ha elegido, hace unos dos millones de años, al género “homo” como el “barro” para asentar el espíritu sobre la materia. Los estudios de paleoantropología y de anatomía comparada a los que he dedicado lo más sustancial de mi trabajo como catedrático universitario me han convencido de que el género “homo” es el material de base para este asentamiento del espíritu en un cerebro de excepcional complejidad neuronal como es el humano.

Un repaso somero de la formación apologética que recibimos en el viejo plan de bachillerato de 1938 nos aporta conocimientos complejos del hinduismo, taoísmo ,budismo, confucionismo, judaísmo y cristianismo, todos ellos con sugerencias aprovechables, entre los que destaca, a mi humilde manera de ver, el criterio: “No hagas a los demás, lo que no quisieras que te hiciesen a ti”. Esta simple y contundente consideración ha mejorado a la Humanidad a lo largo de los siglos, aunque como muestra el caos ético actual y la persistencia de brutales conflictos bélicos, nos queda aún mucho que aprender sobre la construcción de un mundo mejor. Hemos de reafirmarnos pertinazmente en la idea de que estamos aquí para construir un mundo más feliz para todos, sin concesión a solapados “buenismos” presuntamente ingenuos; pero también con convicciones sinceras, y recordando que próximo y prójimo son la misma palabra. La Verdad es virtud esencial para la Ciencia, y lo es también para la Información honesta, que sirve de orientación para la vida social de los ciudadanos. Los medios de información masivos que disfrutamos, y a veces también padecemos, se complementan y multiplican acentuando peligrosamente las oportunidades de manipulación de la sociedad por entidades públicas y privadas interesadas, que potencian y anticipan cada vez más sus conveniencias concretas: radios, teléfonos móviles, televisiones, y ahora la de la pretenciosamente denominada Inteligencia Artificial (IA) amenazan a los ciudadanos desde la escuela, prescindiendo de la calidad esencial de las relaciones humanas directas, lo que me recuerda la sensata recomendación de hace más de dos mil quinientos años de Confucio: “Seamos moderados hasta en la virtud”. Vale.

Quisiera también recordar cordialmente la excelente figura del gran maestro de periodistas José María Carrascal (de “ABC”), recientemente fallecido, y del que he sido lector asiduo desde mis primeros estudios universitarios. Descanse en paz mi muy estimado homónimo.

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