Sociedades de civismo plural
Alain Mine, intelectual francés, politólogo y empresario de éxito, experto en el vacío ideológico de nuestro tiempo, llenado por irracionalidad, nacionalismos exacerbados y refeudalizaciones de territorios, de soberanías al alcance de cualquier tribu, con algunos paralelismos con los años 30, se mostró, hace ya tiempo, claramente contrario al independentismo catalán y declaró que no se pueden tomar decisiones separatistas irreversibles y totalmente emocionales, irracionales, sin calcular las consecuencias. Este sociólogo habla de una refeudalización de los antaño conocidos como “estados nación”, hoy muy subsumidos en organizaciones supranacionales o internacionales. Singapur, Canadá, el mismo Estados Unidos de “crisol de razas”, el multicultural Reino Unido o Francia, la Alemania de millones de turcos son naciones que nadie cabal osa poner en duda como naciones históricas. Los catalanes son autores de una España plural desde el Compromiso de Caspe, los vascos eran de hidalguía universal y condición foral merced a su leal pactismo con la Corona, el separatismo en España es de privilegiados. Benedict Anderson en su libro clásico “Comunidades imaginadas” hace un exhaustivo estudio acerca de lo que se entiende por nacionalismos y habla de lo imaginario y la territorialidad. Nuestros países, especialmente España, con una historia común cultural, tan plural como los demás, vive una prolongada crisis de identidad: hay pocos pensadores, más allá del casticismo nostálgico de Manolo Escobar y lo “typical Spanish” o el buenismo confederal suicida, que realmente piensen en una España descentralizada pero prestigiosa y de hoy, más allá de un conformismo de plato de lentejas, bares y terrazas, tipismos varios. España, los últimos 45 años, ha sido un significado Estado social y democrático de derecho, un país creativo y genial, con derechos avanzados, tolerante, donde la gente tiene todo tipo de mentalidades y hay un sistema de gran rigor en la aplicación y cumplimiento de la seguridad jurídica, una democracia liberal, de libertades muy amplias, de nivel de desarrollo muy alto, con muy evidentes mejoras de todo tipo, una pluralidad respetuosa y pacífica, recientemente muy alterada por una polarización flagrante, que lo único que hace es empobrecer y poner en peligro la convivencia democrática y de calidad humana, el buen funcionamiento de la economía, la tranquilidad de la gente y la reputación, imagen internacional de nuestra amada nación plural. Esperemos que las aguas vuelvan a sus muy serenos cauces y encontremos pronta solución a una España descabezada, donde no existe ya separación de poderes y “el tema catalán y territorial”, a través de unos tacticismos de muy graves actos consumados, nos divide, enfrenta y desorienta seriamente, como sociedad española cohesionada, donde siguen siendo cruciales los ideales más allá de nuestros ombligos.
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