Hoy hace un año, agradecimientos al servicio de neonatología
Escribo esta carta porque creo que es bueno compartir las vivencias intensas que se cruzan en tu vida, aunque sean dolorosas, generen ansiedad, pero también vivas la esperanza y, al fin, la luz.
El nacimiento de una hija de 6 meses de gestación supone entrar de pronto, violentamente, en una de las zonas de más alto riesgo de la medicina actual, aunque también de mejoras continuas de la viabilidad.
Pasados los primeros días de más presión y más incertidumbre, entramos en un universo particular que incluía visitas a nuestra hija tres veces al día. Eso durante más de diez semanas supone que los auxiliares, las enfermeras, los médicos, otros padres y familiares pasen a ser tus únicos referentes (aparte de contactos muy limitados con familiares y amigos).
En ese ambiente enrarecido de pasillos, esperas, «esterilium», etcétera, cada palabra de cada auxiliar, enfermero o médico puede suponer un pequeño paso adelante o atrás. Es cierto que se pasan momentos de grave preocupación, otros de más optimismo, pero, en definitiva, te vas quedando con lo que te dicen: poco a poco, día a día, a ver si va engordando…
Sólo por poner un ejemplo: un niño prematuro suele tardar en recuperar el peso del día de su nacimiento… ¡Un mes! ¡Gramo a gramo!
Por todo ello, en ese ambiente de neonatología del Hospital Central, donde entran casos más leves e ingresos de pocos días, la relación de los padres que tuvimos que pasar ocho, diez o doce semanas traspasa la mera asistencia a una consulta o ingreso puntual y te marca para siempre.
En nuestro caso, gracias a Dios, nuestra hija Alicia progresa bien y al cumplir 1 año tiene buenas perspectivas de recuperación. Otros siguen luchando para mejorar, otros van superando numerosas operaciones en sus pequeños cuerpecitos, otros, por desgracia, se han quedado en el camino.
Creo que debemos agradecer a todo el personal con el que tuvimos relación durante aquel tiempo su trato general con los padres y, en concreto, con nosotros: limpiadores, auxiliares de enfermería, enfermeras (conocíamos a alguna de antes) y doctores.
Queremos destacar a dos personas: Belén Colomer (que en los primeros días, los más duros y que estás más descolocado, supo mostrarnos la necesidad de confiar en la niña y en ella y darnos nuestro espacio y nuestro tiempo; gracias, Belén) y Carmen Moro (la doctora que pasó con nosotros la mayor parte de las visitas de la una, y que era nuestra referencia, hablábamos de ella como si fuera la gurú de nuestra secta, siempre nos trajo buenas noticias hasta el alta de Alicia –y aún hoy sigue siendo nuestro tótem–; gracias, Carmen).
En definitiva, hemos aprendido mucho de lo que nos pasó con Alicia, hemos conocido gente maravillosa, grandes profesionales y grandes personas que aman su trabajo y a los pequeños.
Además, todo ello teniendo la suerte de despertarse todas las mañanas y ver la sonrisa de Alicia. Eso lo resume y lo compensa todo.
Ánimo a todos los padres que tienen un bebé en neonatología. Por los profesionales no va a quedar.
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