Abuso de poder

26 de Diciembre del 2010 - Elena Bravo Delgado (Oviedo)

El motivo de dicho escrito es en primer lugar mostrar mi repulsa contra la sanción interpuesta a don Máximo Pérez Fernández, entrenador del Primera benjamín U. D. Llanera por considerarla excesiva ante los acontecimientos realmente acontecidos. Para posteriormente establecer una reflexión acerca del deplorable estado en que se encuentra el tema del arbitraje en las categorías inferiores de fútbol de nuestra región (no por ello menos importantes) y el sabotaje que existe entre federación y clubes dependiendo de la relevancia de este último.

Los hechos se remontan al día 11 del mes de diciembre, en el encuentro disputado entre el Astur C. F. y el U. D. Llanera de la categoría Primera benjamín, con resultado positivo para el primero. El colegiado del encuentro, del que prefiero omitir el nombre, realizó un arbitraje vergonzoso, opinión compartida por todos los presentes, independientemente del equipo al que pertenecieran. Ante las repetidas protestas por parte del entrenador del U. D. Llanera, ignoradas por el árbitro, debido al humillante desarrollo del partido conducido por el señor colegiado, este último decidió expulsar a Maxi del encuentro. Hasta aquí puede perdonarse. Pero no conforme con estropear el día a unos niños que lo único que buscan es divertirse practicando un deporte, utilizando su situación de autoridad arbitraria decidió abolir la misma diversión en la persona del entrenador. Acusándole de agresión y transgrediendo lo que en un primer momento escribió en el acta del partido, donde únicamente se habló de protestas al árbitro. Tras las falsas acusaciones del colegiado, el Comité de Competición decidió sancionar a Maxi con un año y cinco meses de privación de práctica de cualquier deporte federado. Verdaderamente lamentable... Con ello no sólo privan a un auténtico deportista y forofo de este deporte de entrenar a como él llama cariñosamente «sus niños» sino que le impiden poder continuar jugando en su equipo de Liga de fútbol sala nacional B, La Luz de Avilés.

Esta carta no pretende cuestionar la decisión del Comité, sino denunciar cómo una falsa acusación puede «destrozar» la vida deportista de un amante del deporte.

Creo que todos tenemos derecho a la presunción de inocencia, y ante unos hechos tan importantes no debería creerse únicamente a una persona, la cual por motivos personales ajenos a cualquier actividad deportiva decidió abusar de su poder y castigar en el terreno de juego a su rival en la vida.

Un árbitro siempre puede ser cuestionado en la cancha, pero en este caso es cuestionado en su faceta humana. Debo apuntar que dicho colegiado ha amenazado al público y ha tenido más problemas del aquí mencionado sin que nadie tome cartas en el asunto por el momento. ¿Quién sanciona a los árbitros? ¿Quién regula que su poder no se extralimite de lo puramente deportivo?

Tengo entendido que Maxi ha emprendido acciones para recurrir la sentencia y desde aquí quiero mostrarle todo mi apoyo y mi declaración como testigo si es necesario para aclarar los hechos y solicito a la Federación que ante situaciones similares investigue si es realmente cierto el testimonio de los colegiados y busque la manera de controlar su actuación. Quizá sería interesante proponer un acta sobre el colegiado realizada por ambos entrenadores al final de cada partido. Dos opiniones sobre el mismo tema siempre son mejor que la subjetividad de una sola, ¿no?

Elena Bravo Delgado, Oviedo

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