Mucho cuidado con la palabra kamikaze
En su primera acepción, el diccionario de la RAE define la palabra kamikaze como “piloto suicida japonés” que “en la Segunda Guerra Mundial [...] tripulaba un avión con explosivos con el que se lanzaba contra un objetivo”. Por extensión, recoge también el uso para referirse a una persona “que realiza una acción temeraria con propósito suicida o con riesgo de su vida”, así como para aquel “que lleva a cabo un atentado suicida”. Todas las acepciones tienen en común la naturaleza suicida del acto, así como su objetivo violento, o al menos frívolo, de poner vidas en peligro casi por diversión.
Utilizar la palabra kamikaze para referirse a un conductor que comete un error imprudente y toma una serie de malas decisiones con consecuencias fatales es simple y llanamente injusto. Y no solo eso: implica un juicio inmediato por parte de quien la usa, y una invitación a juzgar y condenar por parte de quien la lee y la repite. La incitación al odio, por el mero hecho de escoger ese término, está servida. Egoísta. Loco. Hijo de puta... Es una palabra abominable que estigmatiza y causa un inmenso dolor en aquellos que tienen que oírla refiriéndose a un ser querido, y que aumenta la amargura del duelo, ya de por sí apenas soportable. Una etiqueta rotundamente inmerecida, en la mayoría de los casos en que se usa, y que reduce una vida entera a algo despreciable. Casi inhumano.
Escribo esta carta con la intención de hacer reflexionar a los periodistas y a los lectores acerca del uso de la palabra kamikaze y las inmediatas consecuencias que esto tiene. Les ruego utilícenla única y exclusivamente para referirse a las personas que cometan un acto suicida con fines violentos, o que jueguen a una ruleta rusa en la carretera, y eviten usarla con las personas que, sin intención alguna de acabar con su vida ni con la de nadie más, actúan negligentemente y tienen la mala fortuna de tomar decisiones nefastas que acaban ocasionando un accidente mortal. Mucho cuidado con la palabra kamikaze. Ni ellos ni los que se quedan merecen este juicio.
Lucía Prada
Grado
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