Basta ya de interferencias eclesiásticas
Escuché estupefacto las palabras del señor Ratzinger comparando el «anticlericlarismo radical» de España con el de los años treinta del siglo pasado en la II República. En primer lugar, creo que su paso por nuestro país se saldó sin incidentes reseñables como para insultarnos llamándonos radicales, encima de que su estancia aquí nos supuso un dineral a los españoles, y en segundo lugar, parece que entre el año 1939 y el 1978 no hubo radicalismos en España para la Iglesia católica.
Por otra parte, ya está bien de criticar al presidente de nuestro Gobierno por no haber recibido al Papa. Zapatero estaba visitando a las tropas españolas en Afganistán, que creo que es más propio que recibir al mandatario de uno de los estados más ricos del mundo, que se opone a todo lo que suponga un adelanto para la sociedad actual.
Total, que a un individuo que critica las actuaciones de nuestro Gobierno en materias sociales, que insulta a la sociedad española y cuya visita, lejos de reportarnos beneficios, nos ha costado un importante dineral, encima, tenemos que estarle agradecidos. Seguro que ahora nos regalarán el pan, se acabará el paro, todos seremos felices y el PP gobernará para que deshaga las «incómodas» leyes del matrimonio homosexual y la del aborto. ¡Ah!, no, para esto último tienen que decirlo los españoles en las urnas, porque desde el año 1978 en España, mal que le pese al señor Ratzinger y a la institución que representa, existe en democracia libertad de fe religiosa.
Está claro que se oponen al aborto, alegando que se mata a seres indefensos, llamándonos asesinos a los que estamos a favor de la libertad de elección, pero, sin embargo, ni una sola palabra, ni una sola petición de perdón por los innumerables casos de pederastia y pedofilia que se vienen dando en el seno de la Iglesia católica.
Manuel Fernández Gutiérrez
Langreo
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