Soy gestor administrativo y estoy pensando en dejar de serlo
Soy gestor administrativo. Consciente del altavoz que supone escribir una carta al periódico, utilizo este medio con esperanza de encontrar un compañero que se haya visto afectado y así poder refugiarme en el consuelo mutuo.
Soy gestor administrativo y a veces pienso en dejarlo. Sobre el papel es un oficio maravilloso, siempre al servicio de los ciudadanos. La práctica en ocasiones es más desanimante.
En julio de este año presenté un impuesto de matriculación. Al poco, me di cuenta de que había cometido un fatal error. En el impuesto me había equivocado en una letra del bastidor (son 20 letras las que configura el bastidor, algo así como el DNI de los vehículos). Todo en la vida tiene solución, pero aquí la solución es cara: hay que pagar de nuevo el impuesto y solicitar la devolución de ingresos indebidos. Esa devolución solo se puede solicitar a nombre del cliente.
Como quiera que fui yo el que cometió el fatal error (mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa) también fui yo el que abonó de nuevo el impuesto (más de cinco mil euros) e inmediatamente después solicité la devolución del anterior. Esa devolución va a ir al cliente, no a mí, y yo tengo que esperar en la honradez del mismo de que me devolverá el importe una vez lo reciba (no tengo ninguna duda).
Han pasado ya cuatro meses y sigo esperando la devolución. Cualquiera entenderá que no tengo cinco mil euros todos los días y que, en fin, también tengo el vicio de comer y comprar ropa. Cuando llamo a la AEAT me responden que no soy el interesado y que no me pueden facilitar información (digo yo que, después de abonar más de 5.000 euros, algo interesado sí que soy) y, cuando he conseguido un hálito de información, simplemente me han dicho que no han hecho nada todavía.
Soy gestor administrativo y mi lógica me dice que equivocarse a la hora de consignar el bastidor en el impuesto de matriculación (repito que son 20 letras aparentemente inconexas) es relativamente fácil. Un error humano. Pero para corregir ese error no les vale (ni a la AEAT ni a la DGT) un simple escrito, tienes que volver a pagar ese impuesto. ¿No es absurdo?
Soy gestor administrativo y he expuesto esta situación al Consejo de Gestores Administrativos de España y tan solo me he encontrado un simple acuse de recibo (al mes de enviar mi sugerencia). Creo, honestamente, que el mecanismo de corrección debería ser más ágil y menos gravoso para el profesional que actúa: un escrito para corregir el impuesto debería valer.
Soy gestor administrativo y también soy abogado. Y aquí meto otra cuña: ante cualquier administración pública uno, si no está de acuerdo, puede recurrir. Pero como gestor administrativo, ante la DGT, tengo que callar, estar y pasar por lo que Tráfico diga, con independencia de que esté o no de acuerdo.
Soy consciente de que estas palabras podrán escocer a muchos, pero después de cuatro meses de haber obtenido la indiferencia de muchos, a uno ya no le importa. Voy, como Diógenes con su lámpara por las calles atenienses, buscando un compañero que me dé consuelo mutuo, o, al menos, alguien que me diga: “Pues sí, tienes razón”.
Soy, en fin, gestor administrativo y estoy pensando en dejar de serlo.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo