Bóvedas con pinturas en la Catedral de Oviedo (III)
Comentando el interesante libro sobre «La Revolución en los Dragones», publicado por Antonino González Blanco e Inmaculada García García, nos encontramos con una serie de valoraciones y apreciaciones que nos abrirán ese estudio a interpretaciones novedosas en cuanto a pinturas de bóvedas en un conjunto de catedrales e iglesias, cuyo inventario casi completo nos ofrecen los autores, después de una minuciosa e intensa labor de campo.
Por supuesto que nos produjo una intensa alegría y satisfacción el encontrar, entre las catedrales inventariadas, la Catedral de Oviedo. La impresión recibida me llevó a centrarme en un comentario elemental para dar a conocer el libro entre el público de Asturias. En esta tercera entrega trataré de seguir, casi a la letra, los ítems que se expresan en el inventario no solo en la Catedral ovetense, sino también en las iglesias de Santiago el Mayor de Sariego y de Santa María de Llas en Cabrales, que reservamos para posible posterior ocasión (páginas 93-100).
1.-Dragones en las naves de la Catedral y en su claustro: son numerosos y no conocidos, siquiera someramente, ni prácticamente publicados. Algunos de los dragones aparecen sin la correspondiente cabeza, convertidos en estolas u otras formas, por escrúpulo de la autoridad eclesiástica, probablemente.
Sumario: Una investigación sumamente novedosa: dragones y vivencias de arte y arquitectura
Destacado: Las naves todas de la Catedral han estado, en su totalidad, pintadas seguramente con dragones
2.-La zona de la nave donde aparecen más ejemplares de esta decoración es la del crucero, afectando a todas sus nervaturas, siguiendo en número el claustro catedralicio.
3.-Bóveda de la capilla de San Martín, de carácter privado.
4.-Claustro: Combinadas con claves de bóveda heráldicas y hagiográficas, se observan estas representaciones en cuatro bóvedas del lado Este, cuatro en el lado Norte, dos en el lado Sur y dos en el Oeste. De las claves heráldicas podemos centrarnos en su conjunto, en el que se contarían, al menos, dos.
Las naves todas de la Catedral han estado, en su totalidad, pintadas seguramente con dragones. Es posible observar restos de pinturas, que avalarían tal afirmación. En la nave de la epístola se percibe tenuemente un dragón, con la percepción de algunos dibujos. En el crucero, los dragones pueden distinguirse con claridad. Avanzando hacia la salida del claustro, en uno de los nervios se percibe la representación de una cabeza de dragón, con dibujo muy esquemático.
Entrando en el claustro por un ángulo que forma la nave que lleva a la puerta de la Sala Capitular, solo hay manchas de pintura. Hay, en cambio, dos bóvedas heráldicas en el lado Este del claustro. Algunas otras bóvedas combinan elementos heráldicos con dragones, concluyendo que los dragones, en este caso, pueden considerarse como símbolo de constancia y de poder, de fortaleza y de templanza, aspectos que se manifiestan también en otros escudos armígeros. Para otro contexto de investigación puede hacerse estudio de las pinturas con dragones vinculados a las pinturas de las iglesias de Santiago de Sariego y de Santa María de Llas en Cabrales. La nueva interpretación de las pinturas en las bóvedas de nuestros edificios sacros, tal como la presentan los autores del libro que comentamos, resulta verdaderamente una novedad en el campo de los estudios de iconografía e invita a explorar más intensamente una problemática todavía sin resolver aún, solo en el campo de hipótesis más o menos probable.
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