Cambio de titularidad
Esta larga historia comienza en mayo de 2023, cuando intento hacer algo tan
sencillo y que está a la orden del día como es el cambio de titularidad de un contrato
de luz.
Pues bien, a través de la página web de comercializadora 1 realicé dicho
cambio de titularidad con “aparente” éxito. Un par de semanas después (no puedo
establecer tiempos precisos) recibo por correo ordinario una carta de
comercializadora 1 fechada el 31 de mayo donde viene un contrato de luz a mi
nombre y las instrucciones pertinentes: rellenar los campos que se piden, firmar el
contrato y enviar la copia a comercializadora 1 en un sobre franqueado que
amablemente incluían en la carta que me enviaron. Así lo hice. Contenta de haber
terminado con este trámite, de vez en cuando entraba en la página web de
comercializadora 1 para ver mis consumos, saber el importe de la factura, vamos,
lo que hacemos todos. Pues la respuesta siempre era la misma “no existe ningún
contrato asignado a ese DNI”. Y una vez, y otra, y otra… A la vuelta de las
vacaciones me personé en la oficina que hay en una calle de Oviedo (es la misma
oficina que la de comercializadora 2). Un señor muy amable me atendió y me dijo que
había una deuda de la anterior titular por lo que el contrato había sido rechazado
(nadie me había dicho nada y tienen mi teléfono, mi dirección postal y mi correo
electrónico -porque hay que ponerlo en el contrato-) y que lo mejor que hacía era
pagarla para poder seguir con el procedimiento; como era poco importe (57,95 euros) lo
pagué. Entonces el amable señor me hizo un contrato con comercializadora 2 (y
ahora pienso: “¿Por qué he pagado una deuda que no era mía y que además quien la
reclamaba era comercializadora 1 y el amable señor me hace un contrato con
comercializadora 2?”). Bueno, por fin ya tengo un contrato a mi nombre con fecha
13 de septiembre de 2023.
El día 16 de octubre, la persona que se ocupó de la venta del piso se pone en
contacto con mi arrendador para decirle que a la anterior propietaria del piso le siguen
llegando facturas de comercializadora 1 y que ella lo va a devolver todo porque no
tiene ya nada que ver con este inmueble.
Ante esta advertencia, vuelvo a personarme en las oficinas de
comercializadora 1/comercializadora 2 para saber qué está pasando. Me
atiende una señorita muy amable y que amablemente me dice que mi contrato ha sido
rechazado (y yo sin enterarme de nada a pesar de que tienen mi teléfono y mi
dirección de correo electrónico y, claro está, la dirección de mi domicilio) por la
distribuidora porque el edificio tiene placas solares (un edificio de seis portales con
quince vecinos, por lo menos, por cada portal y todos con sus correspondientes contratos, obviamente). Ellos no pueden hacer nada y tengo que ponerme en contacto con la distribuidora y, amablemente, me facilita el teléfono. En cuanto salí de la oficina
llamé a distribuidora y me atiende un amable chico que me dice que el problema es
de la comercializadora (comercializadora 2), que lo está enviando mal y que
toma nota de la incidencia; ya se pondrán en contacto conmigo (desde el 23 de octubre
estoy esperando).
Bueno, aquí empieza el partido de tenis y yo soy la pelota: vuelvo a
comercializadora 2 a decirles lo que me dice la distribuidora y la amable
señorita que me atiende esta vez vuelve a decirme que están atados de pies y manos y no pueden hacer nada porque es la distribuidora la que tiene que aceptar
el contrato.
No solamente he llamado como cuatro o cinco veces a la distribuidora, sino que
también a través de su página web les escribí aportando el “pseudo” contrato con
comercializadora 1 y el “pseudo” contrato con comercializadora 2 (sigo
esperando respuesta). La última vez que hablé con ellos (distribuidora) me dice un
amable señor que "usted lo que tiene que hacer es ir a la comercializadora y decirles
que tienen que hacerle un contrato de luz y una vez que lo tenga ya les dice que el
edificio tiene placas solares y que tienen que aplicarle los excedentes del consumo -o
algo similar-". A ver, cómo voy a ir yo a una comercializadora a decirle al empleado que
está detrás del mostrador cómo tiene que hacerme el contrato; en qué cabeza cabe. Lo
mismo que si voy al médico y le digo que me recete un antibiótico para el dolor de
rodilla. Será el profesional, del ámbito que sea, el que diga cómo hay que hacerlo.
Volví a las oficinas de comercializadora 2 como dos o tres o cuatro o cinco
veces más. Nadie puede ayudarme y la pobre señora antigua propietaria del
inmueble donde yo vivo ahora está aguantando y confiando en que algún día pueda
poner el contrato a mi nombre. No recuerdo en cuál de las visitas les pedí una hoja de
reclamaciones y la llevé a Consumo.
No cabe más desesperación en mí ante la impotencia de no poder hacer nada y
que los que se suponen que son los profesionales de su sector me miran con cara de
lástima y me dicen que están atados de pies y manos y que no pueden hacer nada.
Todo esto parece surrealista, ¿verdad? Pues aún hay más (como en los dibujos
animados). La penúltima (o antepenúltima) vez en las oficinas de comercializadora
2 les dije que me borraran de su sistema, que me iba a otra comercializadora,
concretamente a comercializadora 3, y la amable señorita me dice que si consigo
el contrato, que por favor vuelva para contárselo, porque ellos no saben cómo hacerlo
o que el sistema a ellos no les permite hacerlo.
Pues bien, ese día (viernes 17 de noviembre -y ya vamos con seis meses-) hablé
con comercializadora 3 y tomaron nota de todo, les comenté que en el edificio
había placas solares, etcétera. Le ruego a la señorita que por favor intente agilizarlo,
que llevo desde mayo con este problema.
Sorprendentemente, el lunes 20 recibo un e-mail de comercializadora 2 de
“Bienvenida a la energía barata, bla, bla, bla”.
El viernes 24 me vuelve a llamar la señorita de comercializadora 3 y me dice
que el contrato no puede seguir adelante porque hay otra comercializadora primero o
por el medio o no sé qué me dijo exactamente. Que si quiero seguir con
comercializadora 3 que les diga a comercializadora 2 que quiero desistir del
contrato y que me vuelve a llamar el lunes. “No, no”, le dije yo, “llámeme en una hora que voy ahora mismo a hablar con comercializadora 2”. Efectivamente, me planto en la
oficina para decirles que yo ya había desistido del contrato con ellos y que se lo había
dicho el viernes anterior, y qué me responden…: “Que están atados de pies y manos y hasta que el contrato no se materialice y yo esté un día -solamente un día- no pueden hacer nada y no lo pueden dar de baja. A que da la risa. Pues así, con la cara desencajada por la rabia y la impotencia, me fui sin despedirme de esa linda oficina ni de las amables señoritas.
Si repito lo de “amables” no es con ironía, efectivamente han sido todos
amables, pero el caso es que mi contrato no entiende de amabilidades sino de
eficacias. Todos los que tratamos con clientes, y me incluyo, tenemos que ser amables, y
no solo con los clientes sino con todo el mundo en general, pero con nuestros clientes,
además, hay que ser eficaces y eficientes y resolverles los problemas. Yo no voy a un
zapatero a que me haga un contrato de luz, estaría mal de la cabeza.
Bueno, pues el 27 de noviembre me escribe comercializadora 2: “Estimado cliente,
estamos trabajando en su solicitud" -y hoy, 13 de diciembre, deben de seguir
trabajando en ella porque aún no han resuelto nada-. Con relación a su solicitud con código XXXXXXX, queremos indicarle que continuamos trabajando para resolverla lo antes posible. Gracias por su colaboración. Le agradecemos que evite la reiteración de solicitudes sobre el mismo caso por diferentes canales, ya que puede retrasar la respuesta final”.
Ayer, 12 de diciembre (¡y mi cumpleaños!) llamé a distribuidora y me
dice que tengo un contrato a mi nombre desde el 20 de noviembre con
comercializadora 2. ¡Uy!, y yo sin enterarme, qué dejadez la mía. Llamo a
comercializadora 2 y me dicen que precisamente el 11 de diciembre había sido
revisado (qué nerviosa me pone ya esta palabra), pero que aún no estaba activo:
“Seguro que en breve ya lo tendrá”. Pero si, cuando lo tenga (in longo tempore…),
quiero desistir ya no podré porque tienes un plazo de 14 días para ejecutar tu derecho
al desestimiento (soy una erudita ya en esta materia). Total, que sigo como en mayo.
Espero que, como siempre te dicen al teléfono, todas estas conversaciones
hayan sido grabadas y que cualquier trabajador de comercializadora 1,
comercializadora 2 o distribuidora pueda escucharlas porque si yo lo cuento
parece una historia inventada.
Esto no es ficción, señores, es lo que pasa en España desde hace mucho tiempo
y que don Mariano José de Larra (siglo XIX) ya decía con su “vuelva usted mañana”.
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