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Cambio de titularidad

14 de Diciembre del 2023 - Elena Guadalupe Sánchez Rodríguez (Oviedo)

Esta larga historia comienza en mayo de 2023, cuando intento hacer algo tan

sencillo y que está a la orden del día como es el cambio de titularidad de un contrato

de luz.

Pues bien, a través de la página web de comercializadora 1 realicé dicho

cambio de titularidad con “aparente” éxito. Un par de semanas después (no puedo

establecer tiempos precisos) recibo por correo ordinario una carta de

comercializadora 1 fechada el 31 de mayo donde viene un contrato de luz a mi

nombre y las instrucciones pertinentes: rellenar los campos que se piden, firmar el

contrato y enviar la copia a comercializadora 1 en un sobre franqueado que

amablemente incluían en la carta que me enviaron. Así lo hice. Contenta de haber

terminado con este trámite, de vez en cuando entraba en la página web de

comercializadora 1 para ver mis consumos, saber el importe de la factura, vamos,

lo que hacemos todos. Pues la respuesta siempre era la misma “no existe ningún

contrato asignado a ese DNI”. Y una vez, y otra, y otra… A la vuelta de las

vacaciones me personé en la oficina que hay en una calle de Oviedo (es la misma

oficina que la de comercializadora 2). Un señor muy amable me atendió y me dijo que

había una deuda de la anterior titular por lo que el contrato había sido rechazado

(nadie me había dicho nada y tienen mi teléfono, mi dirección postal y mi correo

electrónico -porque hay que ponerlo en el contrato-) y que lo mejor que hacía era

pagarla para poder seguir con el procedimiento; como era poco importe (57,95 euros) lo

pagué. Entonces el amable señor me hizo un contrato con comercializadora 2 (y

ahora pienso: “¿Por qué he pagado una deuda que no era mía y que además quien la

reclamaba era comercializadora 1 y el amable señor me hace un contrato con

comercializadora 2?”). Bueno, por fin ya tengo un contrato a mi nombre con fecha

13 de septiembre de 2023.

El día 16 de octubre, la persona que se ocupó de la venta del piso se pone en

contacto con mi arrendador para decirle que a la anterior propietaria del piso le siguen

llegando facturas de comercializadora 1 y que ella lo va a devolver todo porque no

tiene ya nada que ver con este inmueble.

Ante esta advertencia, vuelvo a personarme en las oficinas de

comercializadora 1/comercializadora 2 para saber qué está pasando. Me

atiende una señorita muy amable y que amablemente me dice que mi contrato ha sido

rechazado (y yo sin enterarme de nada a pesar de que tienen mi teléfono y mi

dirección de correo electrónico y, claro está, la dirección de mi domicilio) por la

distribuidora porque el edificio tiene placas solares (un edificio de seis portales con

quince vecinos, por lo menos, por cada portal y todos con sus correspondientes contratos, obviamente). Ellos no pueden hacer nada y tengo que ponerme en contacto con la distribuidora y, amablemente, me facilita el teléfono. En cuanto salí de la oficina

llamé a distribuidora y me atiende un amable chico que me dice que el problema es

de la comercializadora (comercializadora 2), que lo está enviando mal y que

toma nota de la incidencia; ya se pondrán en contacto conmigo (desde el 23 de octubre

estoy esperando).

Bueno, aquí empieza el partido de tenis y yo soy la pelota: vuelvo a

comercializadora 2 a decirles lo que me dice la distribuidora y la amable

señorita que me atiende esta vez vuelve a decirme que están atados de pies y manos y no pueden hacer nada porque es la distribuidora la que tiene que aceptar

el contrato.

No solamente he llamado como cuatro o cinco veces a la distribuidora, sino que

también a través de su página web les escribí aportando el “pseudo” contrato con

comercializadora 1 y el “pseudo” contrato con comercializadora 2 (sigo

esperando respuesta). La última vez que hablé con ellos (distribuidora) me dice un

amable señor que "usted lo que tiene que hacer es ir a la comercializadora y decirles

que tienen que hacerle un contrato de luz y una vez que lo tenga ya les dice que el

edificio tiene placas solares y que tienen que aplicarle los excedentes del consumo -o

algo similar-". A ver, cómo voy a ir yo a una comercializadora a decirle al empleado que

está detrás del mostrador cómo tiene que hacerme el contrato; en qué cabeza cabe. Lo

mismo que si voy al médico y le digo que me recete un antibiótico para el dolor de

rodilla. Será el profesional, del ámbito que sea, el que diga cómo hay que hacerlo.

Volví a las oficinas de comercializadora 2 como dos o tres o cuatro o cinco

veces más. Nadie puede ayudarme y la pobre señora antigua propietaria del

inmueble donde yo vivo ahora está aguantando y confiando en que algún día pueda

poner el contrato a mi nombre. No recuerdo en cuál de las visitas les pedí una hoja de

reclamaciones y la llevé a Consumo.

No cabe más desesperación en mí ante la impotencia de no poder hacer nada y

que los que se suponen que son los profesionales de su sector me miran con cara de

lástima y me dicen que están atados de pies y manos y que no pueden hacer nada.

Todo esto parece surrealista, ¿verdad? Pues aún hay más (como en los dibujos

animados). La penúltima (o antepenúltima) vez en las oficinas de comercializadora

2 les dije que me borraran de su sistema, que me iba a otra comercializadora,

concretamente a comercializadora 3, y la amable señorita me dice que si consigo

el contrato, que por favor vuelva para contárselo, porque ellos no saben cómo hacerlo

o que el sistema a ellos no les permite hacerlo.

Pues bien, ese día (viernes 17 de noviembre -y ya vamos con seis meses-) hablé

con comercializadora 3 y tomaron nota de todo, les comenté que en el edificio

había placas solares, etcétera. Le ruego a la señorita que por favor intente agilizarlo,

que llevo desde mayo con este problema.

Sorprendentemente, el lunes 20 recibo un e-mail de comercializadora 2 de

“Bienvenida a la energía barata, bla, bla, bla”.

El viernes 24 me vuelve a llamar la señorita de comercializadora 3 y me dice

que el contrato no puede seguir adelante porque hay otra comercializadora primero o

por el medio o no sé qué me dijo exactamente. Que si quiero seguir con

comercializadora 3 que les diga a comercializadora 2 que quiero desistir del

contrato y que me vuelve a llamar el lunes. “No, no”, le dije yo, “llámeme en una hora que voy ahora mismo a hablar con comercializadora 2”. Efectivamente, me planto en la

oficina para decirles que yo ya había desistido del contrato con ellos y que se lo había

dicho el viernes anterior, y qué me responden…: “Que están atados de pies y manos y hasta que el contrato no se materialice y yo esté un día -solamente un día- no pueden hacer nada y no lo pueden dar de baja. A que da la risa. Pues así, con la cara desencajada por la rabia y la impotencia, me fui sin despedirme de esa linda oficina ni de las amables señoritas.

Si repito lo de “amables” no es con ironía, efectivamente han sido todos

amables, pero el caso es que mi contrato no entiende de amabilidades sino de

eficacias. Todos los que tratamos con clientes, y me incluyo, tenemos que ser amables, y

no solo con los clientes sino con todo el mundo en general, pero con nuestros clientes,

además, hay que ser eficaces y eficientes y resolverles los problemas. Yo no voy a un

zapatero a que me haga un contrato de luz, estaría mal de la cabeza.

Bueno, pues el 27 de noviembre me escribe comercializadora 2: “Estimado cliente,

estamos trabajando en su solicitud" -y hoy, 13 de diciembre, deben de seguir

trabajando en ella porque aún no han resuelto nada-. Con relación a su solicitud con código XXXXXXX, queremos indicarle que continuamos trabajando para resolverla lo antes posible. Gracias por su colaboración. Le agradecemos que evite la reiteración de solicitudes sobre el mismo caso por diferentes canales, ya que puede retrasar la respuesta final”.

Ayer, 12 de diciembre (¡y mi cumpleaños!) llamé a distribuidora y me

dice que tengo un contrato a mi nombre desde el 20 de noviembre con

comercializadora 2. ¡Uy!, y yo sin enterarme, qué dejadez la mía. Llamo a

comercializadora 2 y me dicen que precisamente el 11 de diciembre había sido

revisado (qué nerviosa me pone ya esta palabra), pero que aún no estaba activo:

“Seguro que en breve ya lo tendrá”. Pero si, cuando lo tenga (in longo tempore…),

quiero desistir ya no podré porque tienes un plazo de 14 días para ejecutar tu derecho

al desestimiento (soy una erudita ya en esta materia). Total, que sigo como en mayo.

Espero que, como siempre te dicen al teléfono, todas estas conversaciones

hayan sido grabadas y que cualquier trabajador de comercializadora 1,

comercializadora 2 o distribuidora pueda escucharlas porque si yo lo cuento

parece una historia inventada.

Esto no es ficción, señores, es lo que pasa en España desde hace mucho tiempo

y que don Mariano José de Larra (siglo XIX) ya decía con su “vuelva usted mañana”.

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