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Operación pitillo

8 de Enero del 2011 - Justo Roldán (Lugones)

El Gobierno y la oposición –que en esto monta tanto Isabel como Fernando– han dado una vuelta más a la rosca que restringe las libertades en España. Y lo han hecho de la forma más intransigente, sectaria y radical; solamente comparable con las prohibiciones y las intransigencias del Islam.

En esto del fumar ya hemos dado un paso para integrarnos nosotros en la cultura de las civilizaciones. Sólo queda, en bien de la sociedad y de las recomendaciones de la Sociedad Española de Hipertensión, la prohibición de la carne provista de grasa. Que bien se puede empezar por todos los derivados del cerdo. De tal modo que estamos pasando del ser libre individual a la colectividad de seres tutelados por el Estado. El Estado vela por nuestra salud sexual, reproductiva, psíquica, económica, moral, religiosa, familiar, educativa, sanitaria, cultural, de ocio y recreo.

Este mismo Estado nos legisla para que no tengamos que discurrir demasiado. Así pretenden conducir por nosotros, limitarnos los grados de alcohol que debemos ingerir para circular correctamente por la vida. Librarnos de las enfermedades que puedan afectarnos, según la moda dominante en cada época. Ofrecernos un Estado del bienestar físico y psíquico penando más el pitillo que el porro. Informándonos e ilustrándonos desde la niñez cómo vivir la vida, solamente a base de placeres, evitándonos todo tipo de sacrificio y esfuerzo.

Porque, amigo lector, el ciudadano es hoy más vasallo que en plena Edad Media, aunque tenga a su alcance los medios para que su vida no padezca el más mínimo dolor, ¡ni de cabeza¡ Así nos ponen al alcance toda clase de facilidades: si por una equivocación su hija pequeña se queda embarazada, los padres, tranquilos, que papá Estado garantiza el quitarle el problema a la niña, sin que sus progenitores tengan por qué preocuparse. El papá puede seguir viendo el fútbol y la mamá continuar con sus quehaceres, que la niña vendrá a casa con cargo al Estado protector, como si de un pequeño traspié se tratase, con algún ornamento de la vía publica, del cual tiene responsabilidad la Administración.

¡Que el ciudadano tutelado se encuentra con algún disgustillo, propio de la convivencia, marital... Papá Estado le tramita el divorcio exprés. No vaya a ser, que ahora en pleno siglo XXI, la vida matrimonial vaya a suponer algún sacrificio para alguno de los cónyuges, dado que el amor, en sí mismo, es una enfermedad mental transitoria.

Que usted, ser perteneciente a una sociedad de seres tutelados, cual manada de borregos, se encuentra con alguna dolencia, aunque sea molar, y ésta nos dificulta para poder deglutir los alimentos, la Sociedad de la Salud del Estado, le proporciona a usted la posibilidad de adquirir el tipo de analgésico que considere más conveniente. Los tiene de prescripción facultativa y, si no, alguna que otra hierba, que además de quitarle la molestia le puede dar a usted la risa (y no porque sea una planta, que también lo es el perejil). Ahora, si usted, siervo del Estado tiene un poder adquisitivo mayor, pues puede adquirir para su consumo alguna que otra sustancia de las que suelen usar las clases pudientes, que le dejarán a usted en la gloria.

Pero, bromas aparte, ésa es una de las realidades de la España actual y, cómo no, del nuevo socialismo del siglo XXI. El Estado del bienestar: todos en buen estado. Y el que esté defectuoso, ya valorará la Seguridad Social si es apto para (en algunos casos nacer) continuar una vida plagada de dolencias. En este caso, le ponen a su disposición, o a la de los familiares, la posibilidad de decidir, qué vida merece ser vivida y cuál no.

Por eso, a primeros de año, dan ya el primer paso en aras de mejorar nuestra salud. Con una operación a gran escala, para perseguir al que se le pille con un cigarrillo en la boca (me imagino que encendido, no sé si lo aclara la ley). No así si para su personal consumo, se lleva algún que otro polvo blanco para levantar el ánimo. ¡Qué paradojas de la vida, y los españoles, seguimos abdicando!

Pero nuestro Estado patriarcal también se preocupa de nuestra felicidad moral. Por ello, todo lo que los progres llaman tabú y represión, refiriéndose siempre a la religión católica, eso es malo para el hombre socializado. Es el opio del pueblo. La mentira mantenida para oprimir al pueblo desde hace más de dos mil años. Para ello, y para conseguir esa liberación (la moral y la ética, como son relativas), la dictará el Papa Estado.

Que será, al fin y a la postre, el que decidirá qué está bien y qué está mal. Y por lógica para que esto se cumpla decretazo, y después que hagan los reglamentos las CC AA.

En fin, mal vamos a comenzar el año, como digo. Han engañado a los hosteleros. Han defraudado a los fumadores y a los no fumadores, defensores de la libertad, y han arrastrado en ese recorte de libertades a la oposición. ¡Lamentable!

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