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Los más fastidiados

8 de Enero del 2011 - Marino Iglesias Pidal (Gijón)

Lo he sacado del discurso del Rey, no es cosa mía. Naturalmente me refiero a los nombrados, no a la forma de nombrarlos.

Los más eso son: Los parados. Los comerciantes que han tenido que cerrar sus negocios. Los asalariados. Los autónomos y los pensionistas.

Esos son los más jodidos. O sea, los realmente jodidos. Porque los de la zeta de zampabollos con el Zampabollos Mayor a la cabeza, digo yo que también se encontrarán jodidos, pero así, jodidos entrecomillado, por el asunto de las encuestas y esas cosas, ¿por otras? ¿Por cuales?

Y a la hora de pensar en esto de la jodición se me vienen al pensamiento los lugares tan comunes: habrá que hacer sacrificios y habrá que apretarse el cinturón, y se me hilvanan con preguntas sencillas de inmediata respuesta. ¿Quiénes son los que ponen voz y cara a estas cuestiones? Porque yo les estoy poniendo letra, y una letra que seguramente nadie o muy pocos leerán, pero nunca se verá mi cara pronunciando de viva voz estas palabras. Las caras que vemos mientras hacen oír su voz, siempre con el apasionamiento en el gesto, en el tono y en las palabras, manifestándose acerca de su entrega y abnegada dedicación al pueblo que en ellos depositó su confianza, son siempre las de los mismos. Los que inventan y dictan medidas para favorecer a los pensionistas del mañana, tales como retrasar la edad de jubilación y calcular las asignaciones de forma que resulten menos onerosas para las arcas públicas (que son las de ellos). Para salir de la crisis: congelación de salarios, de las pensiones O sea, medidas para joder aún más a los más jodidos. No van a regatearle el agua al que tiene jacuzzi en todas las habitaciones y una piscina olímpica en cada una sus casas (por supuesto siempre tiene más de una), sino al que, si quiere beber, no le queda otra que ponerse mirando al cielo con la boca abierta los días de lluvia.

Yo propongo dos medidas, una y una, sin pensarlo y sin la menor duda de que serían: justas y efectivas.

Para, de verdad, comenzar a meterle mano a la crisis por donde se debe.- Un estudio concienzudo y veraz que determine la cantidad necesaria de ejecutivos para dirigir una empresa de cuarenta y seis millones que, más o menos, seremos los españoles en estos momentos. Seleccionar este número de ejecutivos y el resto, ¡tantos y tantos espabilados que están colgados de la teta del Estado, ¡a la puta rue! Ah, y sin subsidio de paro ni nada por el estilo, ¡y sin derecho a pataleo! Porque al que chillara, investigarlo y dejarlo en pelota. Y otra cosa, yo no sé de ninguna empresa-monarquía.

Para de una vez arreglar el asunto de las pensiones ahora mismo.- Devolución por parte de los ejecutivos de las grandes empresas, de las indemnizaciones recibidas al retirarse, puesto que de alguna forma las mencionadas formarían parte de su jubilación. Esta medida, con carácter retroactivo desde ¿Cuándo fue lo del Juanito y las stock options? Esto si tengo que buscarlo Desde el año 2000. A estas indemnizaciones sumarles todas las pensiones y, puesto que ya, al no ejercer laboralmente, no habría categorías que justificaran diferencia alguna, dividir la resultante entre todos los jubilados por igual. ¡Cómo me iba a poner yo!

Un comentario sobre el asunto este de las pensiones, un absurdo evidente, uno más, porque si aplicáramos el Discurso del Método de Descartes y dividiéramos en tantas partes como fuera posible el sistema político mantenido en la actualidad por la COV (Confabulación Occidental de Vivos) nos encontraríamos con tantos absurdos como partes en que hemos dividido para conformar finalmente el gran absurdo del todo. Pero a lo que iba. Después de buscar un buen rato en Internet, la residencia para ancianos más barata que encontré fue de 1450 euros.

Si es que llego allá, cuando la decrepitud me impida hasta limpiarme el culo con cierta eficacia, ¿a dónde coño voy yo con mi pensión de quinientos euros? Al puto pipote de la basura, ¿dónde más, pues?

Así que una referencia a tener en cuenta a la hora de establecer la pensión mínima, al menos a partir del momento en que ya uno no pueda valerse por sí mismo, debería de ser ésa: que la pensión dé para pagar la residencia.

Los getas que están por ahí arriba, con toda la razón, dirán: Si dicen que dizan, mientra que no hazan

De manera que para qué voy a continuar diciendo.

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