El auténtico sentido de la Navidad
Aún resuenan en mi memoria los consejos de muchos de mis profesores sobre la importancia de acudir a las fuentes. En periodismo, las fuentes son personas, publicaciones o documentos que nos proporcionan la información pertinente sobre un tema. Son, en pocas palabras, el origen de las noticias. Aprender a utilizarlas es esencial para un periodismo de calidad.
Hoy en día nos llega tanta información que saber identificar las noticias verdaderas de las "fake" es una necesidad de primer orden. De este modo, una de las tareas fundamentales de los periodistas es asegurarnos de que la información que publicamos sea cierta, y en este proceso resulta imprescindible saber identificar y utilizar bien las fuentes de información.
Hace 2023 años una noticia cambió el mundo. Y tanto lo cambió que a partir de entonces se empezó a contar la historia. Noticia divulgada por un ángel a un grupo de pastores que pasaban la noche al raso velando por turno al rebaño: “En la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor…”. Jesús nace para todos. A partir de ahí, contamos los siglos antes y después de Cristo.
Estamos a las puertas de una nueva Navidad y si vamos a esas fuentes –tan importantes para andar en verdad–, vemos que no estamos ante una fiesta sin más, porque lo que se conmemora es el nacimiento del Hijo de Dios en Belén y sus primeras manifestaciones a los hombres. Nacimiento que tiene un contexto histórico y termina siendo en Belén, por el edicto de César Augusto que manda empadronar a cada uno de donde arranque su estirpe, siendo por aquel entonces Publio Sulpicio Quirino gobernador de Siria, como atestigua el evangelista Lucas.
Y porque ese Niño salvador es la luz del mundo, las calles se iluminan (hoy más que nunca en una auténtica competición…) y se elevan árboles destellantes porque allá por el siglo VIII, en Alemania, San Bonifacio reemplazó el árbol de la vida –propio del mundo mitológico nórdico–, por el pino de hojas perennes que simboliza el amor de Dios. Árbol que llenó de manzanas, simbolizando el pecado original, y de velas para significar a Cristo. Manzanas que con el correr de los siglos se transformaron en bolas, y velas que se tornaron en luces.
En un mundo donde con frecuencia las sombras, los miedos, las incertidumbres ganan terreno, se necesitan más que nunca certezas, creencias, que nos den seguridad, confianza, que irradien luz y sentido a nuestra vida. Para los cristianos la primera Navidad es un referente claro. Bajo su luz podemos enfocar la situación que a cada cual le toque vivir. Mirando a ese humilde portal, será más fácil asumir la soledad, la ausencia de los seres queridos, la falta de medios o cualquier contrariedad que se interponga en nuestras vidas. Precisamente, en la primera Navidad no se celebraron cenas, ni hubo regalos y turrones, solo el cariño de unos padres, el calor de una mula y un buey, y la visita de unos pastores. Y no faltaron la alegría y la paz, tan características de esa primera Navidad, que deberían inundar siempre la vida de los mortales.
Celebremos la Navidad, la primera, la auténtica. Reunámonos en familia, acompañados también de los que, sin estar físicamente, no se van de nuestro corazón. Cantemos villancicos. Bridemos por planes y proyectos.
Celebremos la Navidad, la primera, la auténtica; reunámonos en familia, acompañados también de los que, sin estar físicamente, no se van de nuestro corazón
Que 2024 traiga la paz a los corazones, a los hogares, al mundo, concretamente a la tierra donde nació este Niño hace 2023 años.
¡Feliz Navidad y mejor Año Nuevo para todos los que lean estas líneas!
Carmen González Casal
Oviedo
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