Cascos reúne a lo «mejorcito» de la región

La presencia de Cascos en Oviedo, el mismo día en el que la cadena COPE anunciaba su intención de crear un partido para presentarse a las elecciones si el PP no lo nombra candidato, nos ha permitido comprobar que reúne a lo «mejorcito» de nuestra región: gentes destacadas de la extrema derecha, mercenarios sin bandera que han deambulado del asturianismo más radical a la derecha más derecha sin más transición que un carguillo, ex policías de la Brigada Político Social del franquismo y, en general, los eternos «culos del mal asiento» del PP regional, esos que estuvieron con Marqués contra Cascos, luego con Ovidio, pero contra Ovidio, y ahora con Cascos contra el mundo como antesala de su siguiente deserción que será, seguramente, contra Cascos, contra Ovidio y contra el mundo.

Son gente que navega siempre bajo bandera pirata, es decir, sin más bandera que sus propios intereses. Y lo raro es que no es el líder quien logra contagiarles sus ideas, sino que son ellos los que logran manejar al líder. Eso cabe deducir, al menos, de la noticia difundida por la COPE, y no desmentida en Oviedo por Cascos, de que éste quiere formar su propio partido (se supone que con todos los que asistieron a verlo) para presentarse a las elecciones.

Total, que está dando una gran lección de su concepto de la democracia: o se hace lo que yo digo o rompo la baraja. «Si el partido, ni en Asturias ni en Madrid, me quiere, hago mi propio partido», parece que es su primer mandamiento. ¿Y con esos conceptos este señor puede ser el candidato de un partido moderno que aspira a gobernar para todos? Personalmente, creo que no; que con estos planteamientos está, más bien, para volver a la página de la prehistoria de la que debió escapar para atormentarnos en estos primeros años de duda y esperanza del siglo XXI.

Entre todos los aspirantes a cargos que ponen sus esperanzas de maná futuro en Cascos no suman ni un logro, ni una buena acción ni un buen pensamiento. Ejemplos: Isidro Rozada –que estaba en la conferencia cuando debería estar en el Congreso, precisamente en la Comisión de Fomento–, Canteli –que en honor de la sociedad que preside y por lealtad al Alcalde que lo ha tratado como un amigo debería haberse quedado en el Naranco imaginando, como el Magistral, que la ciudad que desde allí observa es su reino–, Pelayo Roces y el grupo de diputados sin pasado, presente o futuro –entre todos no suman ni una iniciativa política en el Parlamento asturiano, aunque sí alguna de carácter privado–, Agustín de Luis –qué decir de este policía democrático, atento (cuasi cariñoso) con todos y ejemplo excepcional de todo aquello que no debería hacer un funcionario con mando en plaza–, Felechosa –con aires de bucanero de todo barco pirata (dicho el término en un sentido figurado, por supuesto) que se precie y sin más lealtades, a tenor de su larga, errática y contrapuesta trayectoria política (estuvo con Cicciolina, con los bablistas, con Marqués, luego con Gabino, ahora con Cascos y mañana con.... ), que su propio interés–, secretarias despechadas, expedientados o expulsados del PP... Aliado de este ejército, los asturianos de a pie que de verdad consideran que Cascos es un buen candidato quedan un tanto diluidos. La crisis llega a todos los ámbitos. Incluso a los mentales. Sólo así se puede entender que un señor que ha sido el máximo valedor de la disciplina orgánica, el Dios de «antes partido que Gobierno», el martillo de herejes insobornable contra todos los que no seguían la disciplina en el PP... que este señor sea ahora el portaaviones de la mayor maniobra contra el PP que se ha hecho en su historia, tanto aquí en Asturias como en España.

Por quedarle ya no le queda ni el orgullo –algunos decían que soberbia– de su autoestima, porque si le quedara se daría cuenta de que no puede tirar por la borda todo su currículum con esta sucesión de lastimeros intentos de arañar un cargo que su partido ni en Asturias ni en Madrid quiere darle.

Espero que termine pronto su calvario para poder seguir «adorándolo» en la vitrina de la historia de la derecha española. Si no es así, seguramente, perderá su sitio en esa vitrina y terminará compartiendo historia con toda esa cáfila de «amigos» de interés que lo rodea y que no merece ni besar por donde pisa el Cascos que era antes. Y que no olviden que lo mejor de la derecha asturiana lo integramos quienes queremos una profunda renovación de la sociedad, con gente nueva, con ideas nuevas y con ilusiones y esperanzas nuevas. ¡Ni en malos sueños compartiría un segundo de mi vida con el ejército que te has echado en Asturias, don Francisco! Vales más por lo que fuiste que por lo que pretendes ser ahora contra todo y contra todos. Por favor, no cambies tu puesto en la historia por este calvario sin sentido ni rumbo.