El efecto dominó (agradecimiento a Aspace)
Habitualmente se relatan las malas condiciones laborales y de atención a los usuarios que imperan en las residencias. Hay honrosas excepciones. En una de ellas tuve la fortuna de trabajar los últimos tres años como cuidador. Es la residencia para personas con parálisis cerebral de Aspace en Latores. Este no es un detalle menor. Hablamos de una entidad sin ánimo de lucro, no de un fondo buitre de inversión como los que están copando el sector de la "economía plateada" en nuestro país. Además es una Asociación de Padres. Y por los hijos se mira mucho más que por los abuelos en estos tiempos, en los que a la fuerza hemos aprendido el significado de palabras extrañas como gerontofobia o edadismo. En la anterior residencia de mayores en la que trabajé, éramos dos auxiliares nocturnos para doscientos ancianos. En Latores, dos cuidadores de noche para veinte/treinta usuarios.
La calidad de los cuidados varía como del día a la noche: ducha diaria sin apuros para poder secar la piel en condiciones, poner crema... Dedicarles el tiempo necesario para que coman todo y bien, despacio, con seguridad... Simplemente el hecho de poder jugar con ellos al dominó antes de acostarse marca una gran diferencia. Demuestra que otro modelo de residencias humanizado, donde se pone la dignidad de las personas en el centro de la atención, es posible. Para mí, personalmente, fue un soplo de aire fresco, después de trabajar durante cinco años en un modelo residencial antagónico, más parecido a la cadena de montaje de Chaplin en "Tiempos modernos".
Quiero agradecer a todo el equipo de la Residencia de Aspace de Latores esta temporada que he podido compartir con ellos, en especial a l@s compañer@s del turno de noche. Y por supuesto a los usuarios. Las palizas que me daban con frecuencia al dominó demuestran que no hay "discapacitados" ni "sobrecapacitados". Solo hay personas con distintas capacidades y mucho que aportar. Que cunda el ejemplo en forma de efecto dominó y logremos unos cuidados de calidad para todas las personas.
Héctor García Busto
Oviedo
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