Carta a Luis Braille
El pasado día 4 de enero celebramos el bicentenario de tu nacimiento. No te puedes imaginar, Luis, la trascendencia que tuvo para los ciegos del mundo entero la iniciativa de aquel niño de apenas 15 años que tuvo la gran idea de inventar el sistema que hoy lleva tu nombre, sencillamente trabajando sobre un sistema para comunicarse y transmitir órdenes a la tropa en la oscuridad de la noche. Ideado por un capitán del Ejército francés y que, pensando que se podría aplicar a los ciegos, lo presentó al director del colegio donde se hallaba internado el pequeño Luis, el cual, mientras sus compañeros dormían apretados contra su hambre y su soledad, pasaba largas horas tratando de buscar las combinaciones de puntos más sencillas y que pronto se convertirían en el alfabeto que todos conocemos y que permitió el acceso a la lectoescritura de una manera más ágil y menos costosa.
Sin embargo, Luis, la gente no sabe la fuerte oposición que por parte de algunos de tus profesores tuvo tu importante invento, como tampoco sabe que fueron tus leales compañeros los que en silencio y en secreto lo aplicaban entusiastamente. Qué lejos estabais ellos y tú de pensar adónde nos llevaría tu invento, no te puedes imaginar lo útil que sigue siendo para todos aquellos que luchamos por nuestra independencia. Y muy a pesar de quienes lo consideran obsoleto y caduco, quiero que sepas, Luis, que hoy muchos ciegos podemos pulsar el piso al que queremos ir ya que los ascensores tienen la botonera en braille, controlar nuestra medicación, podemos abrir una botella o una lata de conservas también rotuladas en braille o podemos identificar la especie de un árbol o de una planta en un parque público con sólo leer el letrerito que tiene atado a una de sus ramas.
Como puedes ver, Luis, tu invento no sólo fue la llave que nos abrió las puertas del conocimiento, la cultura, y la liberación, pues estábamos condenados los ciegos desde la oscuridad de los tiempos, y hoy se aplica a las pequeñas cosas de la vida cotidiana, que nos hace sentir más libres e independientes.
Sería maravilloso, Luis, que todos los actos que se preparan para celebrar como tú te mereces el bicentenario de tu nacimiento los canalizaran las autoridades tanto francesas como de la Unión Mundial de Ciegos, para lograr que ningún ciego del mundo permanezca ni un solo día más sometido al brutal ostracismo al que estuvieron aquellos que luchaban por tener su espacio en la sociedad, pero que sin una herramienta tan básica como era la lectoescritura estaban abocados a la miseria y la mendicidad si su familia no se ocupaba de ellos. Creo, Luis, que el mejor homenaje que podríamos hacerte es luchar como tú lo hiciste por conseguir el bienestar y la liberación de los ciegos y que aprovechando los actos del bicentenario la UNESCO convirtiera tu casa natal en Patrimonio de la Humanidad, para todos los que tuvimos la suerte y el honor de conocer tu figura y beneficiarnos de tu genial invento. Sería todo un placer que vivieras por todos los siglos entre los grandes de la historia de la Humanidad.
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