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Que la gratitud nos acompañe en el 2024

21 de Enero del 2024 - Carmen González Casal

Estrenamos año, excelente ocasión para considerar una emoción, una actitud que cuando empapa nuestro día a día al igual que el rocío mañanero, hace que todo a nuestro alrededor se llene de vida, de fecundidad, de positividad de la buena. Hoy quiero hablar de la gratitud.

Existe una verdad que a todos nos acoge por igual: llegamos al mundo sin nada, y desde ese momento, todo —hasta la misma vida— nos es dado: la familia, la educación, las amistades y tantos medios que nos ayudan a construir un futuro.

Además, para los que tenemos la suerte de haber nacido en el llamado primer mundo, es tan normal accionar un grifo o un interruptor y tener agua caliente, luz o calefacción que no apreciamos lo que supone. Lo mismo sucede con la comida, un trabajo digno, la familia, los amigos y algo impagable como es una vida en paz, sin sobresaltos de bombas o la única alternativa de agarrarse a cualquier mafia y salir en patera buscando el espejismo de un mundo mejor. Somos afortunados y esa fortuna ha de tornarse en gratitud.

Para los creyentes, agradecer en primer lugar a Dios, el gran hacedor y providente. Para los que carecen de fe, agradecimiento a la vida, al destino, al azar pero, al fin y al cabo, agradecimiento.

Sumario: Un sentimiento que aporta tanto y que cuesta tan poco

Destacado: El agradecimiento oxigena el alma, alegra la existencia y nos hace próximos, cercanos, porque no solo ahuyenta el egoísmo, sino que nos inyecta la dicha que supone necesitar y recibir

Agradecidos al panadero que, aunque cumple con su trabajo, madruga para que el resto comamos un pan tierno y crujiente. También a tantas personas invisibles como las que se lanzan a la mar y les toca faenar en una noche tormentosa o mantienen a punto las tripas de un hospital, o recorren kilómetros transportando lo que luego pasará a las estanterías de nuestros supermercados para el sustento de todos. Podríamos seguir hasta el infinito porque el hecho de agradecer tiene una carga de humanidad tan grande que difícilmente otro comportamiento lo superaría.

El agradecimiento oxigena el alma, alegra la existencia y nos hace próximos, cercanos, porque no solo ahuyenta el egoísmo, sino que nos inyecta la dicha que supone necesitar y recibir, dar generosamente, desinteresadamente, manteniéndonos lejos de la fría prepotencia del que se basta a sí mismo y vive en la triste soledad de su pedestal inalcanzable. En una sociedad materialista, competitiva que se refugia en el individualismo, el agradecimiento es una inversión necesaria.

Me identifico con los gustos que Mario Benedetti nos regala en uno de sus poemas: «Me gusta la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio». ¡Cuántas cosas buenas, en su mayoría pequeñas y sencillas, nos pasan cada día! Desde el reencuentro con una amiga de la infancia o un magnífico concierto, hasta una puesta de sol o un paseo por nuestro Paraíso que empieza a atraer turistas de todo el mundo. Incluso agradecer aquello que nos es costoso, y no entendemos, pero nos ayuda a crecer, a sacar de dentro lo mejor de cada uno.

Agradecer es sostenible, no cuesta dinero. Solo supone una palabra, una sonrisa, un guiño o el sencillo gesto del pulgar hacia arriba. Sin embargo, aporta sensibles beneficios allá por donde vamos porque la gratitud allana la convivencia entre padres e hijos, entre amigos y, sobre todo, entre compañeros, vecinos, ciudadanos y un largo etcétera.

Que la gratitud nos acompañe en este viaje que iniciamos a lo largo del 2024. ¡Feliz Año agradeciendo!

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