Historias para no dormir
El muñeco de Nochevieja produjo el efecto inesperado de reintroducir en el circuito de la comunicación un vocablo antiguo, caído en desuso: "Magnicidio", "Muerte violenta dada a persona muy principal por su cargo o poder". Es llamativo el contraste entre el cacareo y la agitación que un simple término provoca en el corral progresista con la deglutición sosegada y la digestión tranquila de los 853 asesinatos del terrorismo etarra: 4.265 litros de sangre vertida (cinco per cápita), sin contar la de los heridos, que también sangraron.
En perspectiva progre, esos asesinatos debieron de ser "minicidios" tan minis que, entre todos, no suman un "magnicidio". Los "minicidas" que los perpetraron conforman hoy el sistema ganglionar y linfático de "un partido democrático y progresista" al que el PSOE regala capitales de provincia para que las disfrute. Por suerte, ninguno de los minimuertos era primo o hermano de Óscar Puente o de Patxi López. Así que los muertos al hoyo y los vivos al chollo.
Los magnicidas no innovan, se atienen a "modus operandi" que han hecho sus pruebas. Tiene su interés revisar el canon autóctono del magnicidio para anticipar de dónde pudieran venir los tiros. Entrando en el desván de los recuerdos, el primer magnicidio que te tropiezas es el del Cura Merino contra Isabel II, fallido porque el puñal del cura tropezó con una ballena del corsé de la reina; "La de los tristes destinos", que era gorda, iba bien fajada. Los curas Merino, tan fervientes hoy como ayer, están encantados con Sánchez; por ahí andan luciendo bufanda roja.
A Cánovas lo mató Angiolillo mientras hojeaba un diario en el pasillo solitario de un balneario. Los balnearios del Presidente, Las Marismillas, La Mareta, son muy exclusivos; y además los Angiolillos de hoy hacen cola para entrar en la coalición progresista. El magnicidio de Mateo Morral contra Alfonso XIII y Victoria Eugenia cuando volvían de su boda lo frustraron los cables del tranvía; los reyes salieron ilesos pero la explosión produjo 25 "minicidios" entre la escolta y el público. Ya en palacio, el rey llamó a Romanones y le entregó algo envuelto en un pañuelo. "Echa esto al retrete", le dijo al conde. El conde entreabrió el pañuelo: "Señor, es carne de cristiano". "Pues entiérralo en la Almudena", replicó Alfonso (era una falange que había retirado de entre los tules de Ena). Nuestro presidente apenas usa la carroza, lo saca todo el rato de paseo Feijóo con el Falcon.
Canalejas murió de un tiro en la nuca mientras observaba el escaparate de una librería. A Carrero le perdió la imprudencia de asistir a misa diaria, en el mismo sitio, a la misma hora, yendo y volviendo por el mismo camino. Así que relájate, Patxi: tu señorito no incurre en la temeridad de asistir a misa diaria, a la misma hora, en el mismo sitio, yendo y viniendo por el mismo camino.
Recapitulando: el peligro está en el "modus operandi" contra Canalejas. Aunque no faltarán faltones incapaces de imaginar al Presidente ante el escaparate de una librería. ¡Craso error! Se puede quedar absorto contemplando las portadas de "Manual de resistencia" y de "Tierra Firme", que firma Irene Lozano con el pseudónimo de Pedro Sánchez; y en ese arrobo, Pedro es vulnerable como un urogallo en celo.
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