Adrián Brézhnev
Los historiadores la califican como "la era del estancamiento", pero fue uno de los periodos más tranquilos de la historia rusa. La época de Leonid Brézhnev es recordada hoy en Rusia como relativamente próspera, tras el terror estalinista y las reformas de Kruschev, pese a que los errores finales propiciaron la posterior descomposición de la URSS. Fue la época del "statu quo", de la pasividad de un "comunismo conservador" cuya máxima era no hacer nada.
Adrián Barbón es presidente desde 2019. Ganó ese año con "la mejor Asturias", en parte por la inercia electoral a favor del PSOE, pero también por un factor personal, porque representaba el mismo cambio a la izquierda que Pedro Sánchez. La FSA de Barbón estaba llamada a dejar atrás el jacobinismo gris de Javier Fernández, del susanismo que había perdido las primarias. Sin embargo, pese a representar, "a priori", el ala izquierda y transformadora del PSOE, Barbón ha resultado ser un líder conservador en todos los planos.
En mayo habló de "la década del cambio", pero ¿qué ha cambiado con él? Hay más conexiones aéreas, tenemos la tarjeta Conecta y este año escuelines de 0 a 3. Ahora reformulemos la pregunta: ¿qué ha cambiado él? Mi impresión es que, en la política diaria, Barbón no ejerce la iniciativa, sino sus consejeros, algunos nombrados con mucho acierto (como Peláez, Sánchez...). La alta velocidad o el fin de las obras en la "Y", que han llegado tarde y mal, no dependían del Principado, sino del Ministerio. En suma, lo único que ha cambiado Barbón es el discurso. Pasamos del Mudu, un presidente gris y sin carisma, al Loru, un presidente omnipresente en redes sociales, al que hay que reconocerle grandes dotes comunicativas, sobre todo al exponer su programa de forma pedagógica. El primero en dar comunicados y pronunciarse sobre la actualidad, en colgar emotivas publicaciones en su muro de Facebook o en grabar un extenso mensaje de Fin de Año. Pero, si uno analiza las publicaciones que escribe el propio Barbón, que son las que acumulan más "me gusta", observa un claro patrón: todas miran al pasado. En las líneas escritas por el Presidente se acumulan reflexiones sobre el paso del tiempo, la infancia, la experiencia, la sabiduría de los mayores, la señaldá. Volver la vista atrás.
Fuera de giros simbólicos o declaraciones solemnes, ¿a qué cambios conducen los gobiernos de Barbón? Da lo mismo económica que social o culturalmente: inercia. La iniciativa cultural la lleva la sociedad civil; la económica, la hostelería y las Cámaras de Comercio; territorialmente, Gijón y Oviedo se pelean por quién la tiene más grande (la bandera) y en Mieres un coro minero inaugura un McDonald's con los aplausos de un alcalde de Izquierda Unida. Dentro del partido, cada alcalde va a lo suyo. ¿Qué hay de asturianista o socialista en Mariví Monteserín o Cepi? Y Barbón, entre tanto, alienta más turismo con un nuevo lema: "Asturias, más cerca que nunca". Más cerca... ¿de quién?
Con Brézhnev, la URSS se convirtió en una gerontocracia. El PCUS, controlado por ancianos, mantuvo ese "comunismo conservador" y, después del "statu quo", aprovechando las enfermedades de Brézhnev, los militares tomaron la iniciativa, pero perdieron la carrera armamentística. La época de Brézhnev es recordada como la de un pequeño bienestar y poco más, mientras la URSS seguía flotando, como un barco ebrio, a la deriva...
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