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El alcalde Alonso Canella

29 de Diciembre del 2010 - Ernesto Conde (Oviedo)

Agradezco a don Manuel Fueyo Bros la carta, modelo de sensibilidad y delicadeza, enviada a LA NUEVA ESPAÑA, en referencia al artículo publicado el pasado día de Nochebuena, alegrándome sobremanera que éste le haya gustado. Su escrito coincide con una circunstancia triste para mí, como es la pérdida de una entrañable amiga, Cristina Alas, porque, en estas fechas, además de los ánimos de apoyo que siempre me prodigó, era obligada una cita telefónica en la que llegaba a leerme, comentándolo, parte de mi propio artículo; hasta me explicaba que alguno de los personajes citados era pariente de su propia familia.

Fuera de las fechas navideñas, Cristina Alas, en largas conversaciones telefónicas, me contaba algunas de sus vivencias ovetenses, que ella había padecido en tristes circunstancias, o de la vida social de entonces, o de las costumbres y forma de vivir de un tiempo que yo no he llegado a conocer de manera personal. Pero Cristina se fue de entre nosotros dejando el dolor de su vacío. La familia lo sintió, por razones naturales, con más fuerza que nadie, pero muchos, que también la queríamos, nos encontramos con su falta, que en mi caso se acentuaba cuando, en la rutina cotidiana, añoraba su perdida conversación mañanera, de la que tanto provecho obtuve en todos los sentidos.

Ahora, dándome una agradable sorpresa, usted envía al periódico una carta que, en cierta forma, viene a ser como una continuidad de los comentarios de Cristina. Y, mire por dónde, ya que por razones de espacio no pude incluir la dedicación que tenía pensado, encabezando el artículo, lo consigo gracias a la oportunidad que me brinda darle contestación.

Usted, don Manuel, produce unos afortunados datos de don Alonso Canella que completan los que yo aporté en el artículo. Los míos fueron escasos por necesidad. Por costumbre, escribí el artículo con la limitación de circunscribirme a una sola página del diario; y, como me sucede siempre, me pasé bastante; con lo que, con dolor, tuve que eliminar el recordatorio a Cristina Alas y más de cincuenta líneas en las que contaba cómo funcionaban entonces los hornos municipales, dónde estaban y qué había sido de ellos. De don Alonso tampoco pude decir que había vuelto a ejercer como abogado de hijosdalgo, lo que buen dinero le proporcionaba por la cantidad de conflictos que generaba aquella clase honorable (en la que estaba la mayoría de los asturianos), atropellados en sus derechos, teniendo que acudir, en ocasiones, a la Cancillería de Valladolid en demanda de justicia. Ni pude extenderme en la consideración de haber sido don Alonso el primer alcalde constitucional de Oviedo, como decía presumiendo de ello don Fermín, su nieto. Porque tengo mis dudas sobre ello, ya que, habiéndose proclamado la Constitución política española el 19 de marzo de 1812, las autoridades de Oviedo, entre ellas el reverendo obispo (reacio desde el primer día a hacerlo), no llegó a celebrarse la jura hasta el mes de agosto del mismo año, cuando don Alonso Canella hacía tres meses (desde el 11 de mayo de 1812) que había dejado de manera oficial la Alcaldía de la ciudad.

El asunto puede explicarse mejor si se tiene en cuenta que hubo un período en el que el señor Canella, aunque consta como alcalde de Oviedo, no pudo ejercer como tal, porque, habiendo sido nombrado para el cargo el 13 de junio de 1811, los franceses del general Bonnet invadieron la capital el 6 de noviembre del mismo año (por cierto, abandonando los españoles la ciudad sin disparar un solo tiro en su defensa). La ocuparon hasta el 23 de enero de 1812 en que ellos también salen un tanto precipitadamente, en dirección a León. En este período, la Corporación municipal tuvo la obligada ausencia de Oviedo, no pudiendo ejercer el Alcalde el cargo en las Casas Consistoriales; lo hizo a partir de la salida de los franceses hasta el día 11 de mayo, en el que don Alonso presentó la dimisión para dedicarse a su profesión de abogado.

También es cierto que su antecesor en el cargo, don Felipe Suárez, que lo había sido en el período entre el 19 de junio al 13 de julio del año 1811 (no llegó a estar ni un mes en el mandato), había jurado fidelidad, sumisión y obediencia a las Cortes de Cádiz, pero no a la Constitución, que aún no se había elaborado, y cuando es aprobada, el 19 de marzo de 1812, no se juró en Oviedo hasta agosto de 1812 (cuando don Alonso llevaba tres meses apartado del cargo), lo hizo el entonces alcalde don Juan Fernández Trapiella, que gobernó la ciudad entre el 11 de mayo de 1812 y el 10 de de enero de 1814. En definitiva, don Alonso fue alcalde después de que su antecesor jurase fidelidad a las Cortes de Cádiz y antes de que su sucesor lo hiciese sobre la Constitución de 1812. ¿Puede decirse que don Alonso fue el primer alcalde constitucional de Oviedo?

Señor Fueyo Bros, comprenderá que de don Alonso Canella puede escribirse mucho, pero no en el artículo de la cena de Nochebuena, por la natural limitación del espacio disponible para ello. No obstante, gracias a su amable carta algo hemos podido añadir entre usted y yo, aunque no descarto hacerlo algún día, si Dios me da salud y fuerzas para hacerlo.

Entre tanto, reciba mi más cordial agradecimiento.

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