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¿La culpa?, de los mercados, claro

4 de Enero del 2011 - Emilio López Gómez (Grado)

Hoy he tenido un ataque de rabia. La indecencia, la desfachatez y la hipocresía con que en este país se toman decisiones y se explican al pueblo. El detonante fue el anuncio de la subida de la tarifa eléctrica que nos van a aplicar en el mes de enero, un 9,80 %, con lo que desde el año 2008, es decir en dos años la tarifa se ha incrementado en un 40 %, casi nada. Según FACUA, un usuario medio que consumía 270 kw mensuales y tenía contratada una potencia de 4,4 kilovatios, pagaba en el año 2007 la cantidad de 38,07, con los sucesivos incrementos pasó a pagar al finalizar el año que termina 51,03 y con el incremento aprobado para el 2011 pasa a pagar 56,03.

He simulado un incremento similar para un sueldo de mil euros mensuales, con los mismos porcentajes de revalorización. Es decir que un asalariado mil eurista en el año 2008 pasaría a cobrar la nada despreciable cifra de 1.472 en enero del próximo año.

En el colmo del cinismo, a continuación ha dicho el ministro que el incremento medio mensual era de 1,6 por persona mensual. O el ministro es un incompetente o un chapucero, ya que el dividir el importe del recibo por el número de miembros de la familia no evita que haya que pagar la totalidad y según los datos del propio ministerio la subida media es de CINCO EUROS no de 3,20, el señor Sebastian no sabe ni mentir. A ese señor ministro y a la inmensa mayoría de los políticos de este país le condenaría yo durante un corto período a vivir con la pensión de una viuda de 330 euros mensuales, pagando un alquiler de 150, le quedan 180 con lo que paga la luz (56) y le sobran 124, por tanto tiene para comer exactamente CUATRO ERUOS DIARIOS, eso sin contar imprevistos, así que con la austera subida del recibo eléctrico un día al mes se queda sin comer. Pero podemos poner el caso del parado de larga duración, que de momento tiene el subsidio de 426, ese señor casado y con dos hijos, que en el mejor de los casos tiene la vivienda propia, pero que debe pagar luz, gas, agua y comunidad, es decir que para alimentación le quedan 300, es decir DIEZ EUROS diarios para cuatro personas, peor que la viuda. ¿Milagroso?, pues sí, un auténtico milagro suyo y de las ONG que como Cáritas tienen que sustituir a las administraciones en facilitarles a estas personas lo mínimo imprescindible para su subsistencia porque para mayor ignominia los servicios sociales municipales carecen de recursos.

Precisamente es en ese capítulo donde primero se recorta en los momentos de crisis. En algunos casos se recorta y en otros no se incrementa la dotación cuando el número de personas vulnerables está en constante aumento.

Esa es una muestra más de esta sociedad clasista e injusta, clasista porque la primera casta, la casta más privilegiada, es la de los políticos que salvo honrosas excepciones, viven del cuento, garantizándose unas pensiones con las que se podría dar de comer a todas las viudedad y parados del país. Sólo conozco el caso de un señor que renunció a su pensión de diputado ya que con la de profesor vive holgadamente, en la mayoría de los casos acumulan cargos, dietas y primas, sueldos y prebendas, no importa el color, el partido o la mano. Y no contentos con esto algunos se corrompen y aceptan sobornos, cometen delitos fiscales y se enriquecen ilícitamente.

Pero el pueblo llano sigue adormecido, aborregado, sin gritar que ya está bien, siguen votando y callando, los parados porque no tienen ánimo y los que tienen trabajo porque no vaya a ser que lo pierdan. Y a todo esto los mercados gobernando estados y dictando reformas, mandando cuando y donde hay que recortar, pero ¿Quiénes son los malditos mercados?, me imagino que están formados por personas de carne y hueso, con muchos recursos si, pero seres humanos con sus debilidades, querencias, preferencias y carencias, ¿a caso son intocables? ¿no se les puede regular, presionar o dirigir?, no me lo creo, mas bien me imagino que en esta dictadura de los capitales y los mercados hay una élite, distinta de ellos mismos, que se siente a gusto obedeciendo, que en su propio beneficio acepta que ellos se aprovechen de esta situación para seguir dominando el tablero de ajedrez en el que nos han convertido. Nosotros como peones inanes, los políticos como torres, caballos o alfiles, pero en el puesto de los reyes y las reinas los capitales ¿cuántos atropellos más vamos a tener que tolerar en aras de los mercados?

Malos tiempos para las revoluciones y peores para los trabajadores

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