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Pobres, pero no tontos

5 de Enero del 2011 - Florentino Fernández Ruiz (Mieres)

Tras un año para olvidar por las salvajes transformaciones sociales, culturales y políticas que están contribuyendo a dejar a la clase trabajadora en el páramo del descontrol, uno no se resistió al rito de despedirse del año.

Año de nieves, que no de bienes, el que empieza y que comienza como los anteriores, mal para los trabajadores, que en este país seremos más pobres.

Comenzaron contándonos que la historia de esta crisis eran las famosas hipotecas subprime y nos decían que iban a refundar el capitalismo, la izquierda que pernoctaba en Babia nos decía que la crisis no era tan grave y que no había que hacer catastrofismo.

La realidad es que la salida de esta crisis, como todas las crisis capitalistas, esta cayendo como siempre sobre los más débiles, los trabajadores. Se rebajan los sueldos, se congelan las pensiones, se recorta la inversión pública, se eliminan mejoras sociales, se hace una reforma laboral, y sigue aumentando el paro...

Los telediarios nos muestran a ciudadanos que se arrojan desde los pisos altos de un Parlamento, o se lían a tiros con los que posiblemente consideran responsables de la desintegración de su proyecto de vida, donde las viejas formas no sirven y las nuevas tampoco, y el Gobierno se ha dado cuenta de que hay que hacer pedagogía porque no es cierto que nos hayan robado la cartera ni que el salario mínimo sea ridículo, es que no sabemos lo «que esta bien» o «lo que está mal», estamos desinformados y es muy difícil gobernar un país de analfabetos que no son capaces de hacer abstracción de la realidad y dedicarse al cálculo diferencial e integral para ver el negro futuro que se avecina para su pensiones, salarios, energía eléctrica...

Por eso ahora el Gobierno y los gurús del capitalismo (llámense «mercados» o el «nuevo fascismo»)se afanan por explicarnos por qué meten mano a los salarios y a la maltrecha economía de los trabajadores.

Es posible que saquen la media con lo que cobran algunos entrenadores de fútbol o los sueldos de políticos, deportistas censados en paraísos fiscales, propagandistas, consejeros de multinacionales y benefactores del sistema, con lo que igual la media o renta per cápita resulta bastante más alta y nos estamos quejando porque no sabemos más que contar por los dedos. Sin ir mas lejos, la subida de la luz lo que cuesta un café, cuántos cafés les pagaremos a los consejeros de las eléctricas.

El Gobierno se ha pasado el programa electoral por el arco del triunfo y amenaza como hacia el general con tirar de decreto sin ningún sonrojo.

Desconocen para qué son los congresos extraordinarios ante un cambio radical de política, ahora se conforman con hacer pedagogía en los medios de comunicación a los que otras veces penalizaban por airear corrupciones generalizadas, sobre terrorismo, estados de alarma, sucesiones, o pronósticos electorales. ¿Para qué sirven los partidos y los votantes?

Al final la culpa será del pueblo, porque tenemos vocación de ser pobres y no sentimos una identidad que ellos no reconocen más que en los miles de millones que despilfarran.

Los ritos casi siempre van destinados a los que nos dejaron y se perpetúan a través de sus descendientes, que es lo que da sentido a la vida. Estas fiestas tan contradictorias en las que se brinda por salir de un año, lo que nos muestran son nuestra fragilidad al hacer recuento de los que se fueron. No hagamos ninguna locura que no valga la pena, de cualquier crisis se sale luchando y resistiendo. Brindemos, aunque seamos más pobres, pero no tontos.

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