La Nueva España » Cartas de los lectores » El perro guardián vigila desde la atalaya

El perro guardián vigila desde la atalaya

8 de Enero del 2011 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Rodeados de falacias sufrimos ataques de quienes deberían vigilar nuestra seguridad. Pueblos soberanos como el griego, el irlandés, el portugués, y nosotros mismos, sufrimos los ataques de esta crisis. ¿Por qué está pasando esto? Dicen que bancos estadounidenses empezaron a dar créditos bancarios a personas que difícilmente iban a poder devolverlos. Luego, algún ejecutivo avispado, consiguió venderlos al mundo entero como si de dinerito contante y sonante se tratase, y fue premiado por ello. ¿Por qué tal engaño proliferó entre profesionales que no suelen ser engañados?, ¿quién dio el visto bueno a este latrocinio que debemos pagar los más desfavorecidos? Pero hay una pregunta anterior: ¿quiénes necesitaban esos créditos para garantizar el consumo interno que afianzase la rentabilidad de las empresas?, ¿no serían gente desesperada por el desempleo tecnológico que necesitaban vivienda? La realidad del desempleo tecnológico no se está afrontando y para ello diseñan un cúmulo de técnicas de gestión que olvidan los principios de la ética. Alguien vigila desde la atalaya, pero no es la libertad de los mercados la culpable, sino la falta de honestidad de aquellos que ambicionan el poder menospreciando la libertad de los demás. Usan la democracia, pero no son demócratas que respeten a las minorías y van de listos legitimados para ser dictadores hasta las próximas elecciones. Los especuladores o los mercados por sí mismos no son culpables, culpable es la falta de ética y de humanismo de esas falaces actitudes políticas que, además, consienten y se dejan manipular por el perro guardián. Así ocurre que, en una época de grandes desarrollos tecnológicos donde las máquinas deberían trabajar para la humanidad, los hombres somos explotados para competir con dichas máquinas mientras perdemos empleos y hasta nuestra propia soberanía como ciudadanos de países que se decían libres, ¿puede existir mayor falacia? [Sí, siempre se encuentra alguna mayor]. Quien vigila desde la atalaya no está dispuesto a modificar el sistema que premia a los que nos engañan. Quien vigila desde la atalaya utiliza «falacias fértiles» [como las llama George Soros] que siendo objetivamente falsas, suenan como ciertas. Y así se comprueba como la pancarta es más poderosa que la argumentación. El sistema [egoísmo puro y duro] no funciona; la respuesta siempre ha estado en la ética de un liberalismo de izquierdas y en la verdad de la caridad. Como ejemplo de pancarta, falacia, y totalitarismo, piensen esto: «El tabaco mata», nos dice la pancarta; sin embargo la ley antitabaco es totalitaria al condenar al individuo a salir a la helada calle [o al aplastante calor] para ser ofrecidos a las masas políticamente correctas como víctimas propiciatorias. No deja ninguna libertad de elección, ningún refugio «apto para fumadores» [pecadores sin perdón] aunque fuese con un IVA superior. Y los más eficaces aún entenderán que ni siquiera en los jardines o en las terrazas [al aire libre] se podrá fumar si éstos pertenecen al recinto que determina la ley. ¿De que nos extrañamos pues? Si pueblos soberanos son esclavizados y dejados a la intemperie helada [o cálida] siempre desagradable del intervensionismo exterior. ¡Los especuladores culpables! Otra pancarta más. El vigilante de la atalaya intenta zafarse del juicio de la Historia dirigiendo a las masas hacia todo aquel que le resulta molesto por medio de los títeres que tan bien utiliza.

George Soros, [liberal de izquierdas, superviviente de una familia de supervivientes] escribió en 1999: «La crisis del capitalismo global», donde nos avisa de que el sistema no funciona y que la crisis se hace inevitable. Pero el perro guardián siguió orquestando a las masas hacia sus pecados. Ahora intenta ofrecerle a él a las masas como vil especulador culpable, que debe ser crucificado dejando libre al Barrabas que les engaña. En 2008 escribió: «El nuevo paradigma para los mercados financieros: La crisis crediticia de 2008 y lo que significa» donde describe esta crisis como la peor que ha existido. Pues siendo éste el criterio de un alumno de Karl Popper [uno de los mejores filósofos de la ciencia] deberíamos tenerlo en cuenta. No somos capaces de elegir libertad y democracia auténticas, y consentimos en el engaño, y lo defendemos llamándolo progreso. «Encuentra una tendencia cuya premisa sea falsa, y apuesta tu dinero contra ella». nos enseñaba Soros. Pero si miramos a España vemos que aquí la apuesta fue por la premisa falsa. Aquí el procomún de la gente para poder pagar una vivienda cuyo precio es el triple de su valor pidió una hipoteca gorda al banco y éste a su vez otro crédito a un banco extranjero generándose nuestros bonos «de incertidumbre» pendientes de pago. Hemos pagado nuestra vivienda por el triple de su valor, debemos pagar al banco nuestras deudas y éste a los bancos extranjeros, o nos meterán en la cárcel de la intervención. Para cuando se regularice el precio de la vivienda [en ocasiones nuestro único patrimonio] dos terceras partes del mismo se habrán esfumado; pero no así nuestra deuda que seguiremos pagando después de nuestra lejana jubilación. A la par, empresarios no competitivos, cierran sus empresas enviándonos al paro o nos dejan exiguos salarios [los otros empresarios desaparecieron agobiados ante tanta subvención a la incompetencia como se hizo]. Así, mientras unos se desviven, otros viven menos holgadamente. Pero ¿dónde se han ido esas dos terceras partes del valor de nuestras viviendas? ¿Quién investigará su localización? ¿Acaso la fiscalía? ¿El periodismo? [Y si descubriésemos que nos lo hemos gastado en humo. ¿Será por eso la ley antitabaco?].

Cartas

Número de cartas: 45916

Número de cartas en Septiembre: 20

Tribunas

Número de tribunas: 2079

Número de tribunas en Septiembre: 1

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador